La última campaña de excavación en el yacimiento de Las Hoyas, concluida este verano, cierra un ciclo de estudio de uno de los ecosistemas fósiles más antiguos y mejor preservados del mundo. Así lo confirma el equipo de especialistas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y la Universidad Complutense (UCM) que ha estado al frente de la investigación del yacimiento desde su descubrimiento, hace 25 años, en la Serranía de Cuenca. A partir de ahora los esfuerzos se dirigen a extrapolar el conocimiento de Las Hoyas a una escala global.
El yacimiento paleontológico de Las Hoyas es reconocido internacionalmente por aportar extraordinarios testimonios fósiles. Reptiles, peces, insectos, pájaros, algas, microorganismos y plantas de hace 125 millones de años se cuentan entre las numerosas especies que ha revelado en condiciones excepcionales de conservación. Es el escenario donde fueron encontrados los restos que dieron la clave para determinar la relación que vincula a los dinosaurios con las aves modernas, y el mismo donde apareció el Concavenator corcovatus, el particular dinosaurio jorobado recientemente presentado por paleontólogos españoles a la comunidad científica internacional.
Sin embargo, “todavía más sorprendente y valioso que los mismos ejemplares hallados en el yacimiento, es la posibilidad que hoy tenemos de articular todo ello en su conjunto: la posibilidad de reconstruir, con un nivel de detalle sin precedentes, el puzle completo de un ecosistema de la Era Mesozoica”, enfatiza Ángela D. Buscalioni, profesora de la Unidad de Paleontología de la UAM, e investigadora principal de Las Hoyas.
La imagen que dibuja la compleja trama de organismos encontrados al cabo de 25 años de investigación es, desde un punto de vista ecológico, la del primer humedal moderno en la historia del planeta. “Si definiésemos Las Hoyas incorporando todos los taxones descubiertos así como su rango filogenético (de grado de parentesco), el promedio de la composición evolutiva de este ecosistema de humedal tropical se acercaría al de los actuales humedales tropicales”, explica la investigadora.
Jesús Marugán, miembro del mismo equipo investigador, destaca el valor del yacimiento de Las Hoyas señalando que su datación corresponde, exactamente, al periodo mesozoico que se conoce como Cretácico Inferior: “este es el periodo en el que se diversifican las primeras aves, los mamíferos, muchos reptiles como los cocodrilos modernos o los lagartos, los peces teleósteos, las plantas con flor; es decir: el momento en el que eclosiona el esplendor de la vida en el planeta tal como la conocemos hoy”.
Actualmente Las Hoyas sólo puede compararse con la famosa biota de Jehol, en China, donde se han hallado fósiles similares correspondientes a la misma época. Sin embargo, “las investigaciones en el yacimiento chino no han alcanzado aún una etapa que permita comprenderlo en su complejidad ecológica. En este sentido Las Hoyas es un yacimiento único en el mundo”, añade Marugán.
De Las Hoyas al ecosistema global
Cráneo y parte del cuerpo de un cocodrilo primitivo. Se aprecia el globo ocular teñido de negro
Entre los restos fósiles que aportó la última campaña de excavación en Las Hoyas se encuentra un nuevo ejemplar de ave mesozoica, cuyo estudio quizás evidencie por primera vez la morfología del cráneo; cientos de algas carófitas, altamente útiles para los trabajos de datación; y una gran variedad de gusanos que han desvelado a los investigadores los fondos vivos más profundos del ancestral humedal.
Con la finalización de esta campaña se da por concluida la segunda etapa de estudio en el yacimiento; etapa que fue iniciada hace una década bajo la coordinación de la Dra. Buscalioni y la Dra. Marian Fregenal (UCM), tras un ciclo inicial en el que se clasificaron registros fósiles y se identificaron sus relaciones de parentesco con las especies modernas.
La segunda etapa de estudio tuvo como propósito elaborar una reconstrucción paleoecológica del complejo ecosistema de lagos, charcas y suelos anegados que alguna vez existió en lo que hoy es un secarral. Gracias a esta tarea los especialistas pueden ahora constatar que el yacimiento de Las Hoyas es un exclusivo ejemplar de los primeros humedales modernos que surgieron en el Cretácico Inferior. Y, además, comprender las complejas relaciones bióticas que albergó, así como las razones que explican su exuberante diversidad y su extraordinaria preservación.
“El trabajo que tenemos ahora por delante consiste en extrapolar todo este conocimiento local a una escala global”, asegura Buscalioni, y añade que “esto exigirá sumar mayores recursos técnicos y humanos para poder llevar a cabo un extenso trabajo comparativo con yacimientos de otras latitudes, como los que hay en China, Brasil o Líbano”. El objetivo de la nueva etapa de estudio que comienza consistirá, por tanto, en “aunar esfuerzos internacionales para intentar conocer –con el mismo nivel de detalle que hoy conocemos Las Hoyas– qué fue lo que realmente ocurrió hace 125 millones de años en el planeta, cuando detonó esa exuberante diversidad biológica que hoy conocemos”; concluye la investigadora.
La exuberante diversidad y extraordinaria preservación de Las Hoyas
Registro fósil de un pez juvenil del género Lepidotes, ya extinto.
El ecosistema de Las Hoyas abarca un amplio rango de grupos biológicos, según ha constatado el equipo de especialistas de la UAM y la UCM tras 25 años de excavaciones: Se destacan organismos de cuerpo blando con cuerpos segmentados, tales como larvas de dípteros, anélidos y otros animales vermiformes (con forma de gusano) nunca antes descritos en el registro fósil; insectos con modos de vida diversos (sobre todo los acuáticos); algas carófitas completamente articuladas (la mayor diversidad conocida para el registro mesozoico); y un número considerable de crustáceos (desde pequeños ostrácodos hasta cangrejos de agua dulce, casi indistinguibles de los que actualmente viven en lagos y ríos).
Las plantas constituyen, en términos de diversidad, el 15% de las especies que se han recuperado en Las Hoyas. Si se incluyen todas las especies descritas de animales y vegetales, las plantas son después de los artrópodos (crustáceos e insectos) el grupo más diverso. Además de las acuáticas, y de diferentes tipos de helechos y coníferas, se han descubierto también hojas de angiospermas. Las angiospermas son las plantas con flor, y en la actualidad constituyen el grupo dominante de nuestros paisajes, de nuestros alimentos y medicamentos.
Las Hoyas también es la localidad donde aparece el registro más antiguo de algunos grupos biológicos descritos excepcionalmente en épocas muy puntuales, como sucede con los crustáceos denominados peracáridos, que actualmente sólo habitan en cuevas kársticas.
El Dr. Francisco Poyato-Ariza, especialista de la UAM en procesos de fosilización y en el registro fósil de los peces, comprueba que éstos también constituyen un grupo muy representativo del humedal, con familias diversas de formas primitivas y con una gran variedad de teleósteos modernos.
Otros moradores habituales de Las Hoyas fueron algunos anfibios con y sin cola –como las salamandras y las ranas, respectivamente–, lagartos con diversas adaptaciones locomotoras, tortugas de caparazones ligeros y cocodrilos enanos. En cuanto a los cielos, fueron dominados por un grupo de aves que no dejó descendientes, y por los pterosaurios, un grupo de reptiles voladores de pico agudo y gran cresta cuyo registro más antiguo de sus representantes edentados (sin dientes) corresponde precisamente a este yacimiento. También abundaron aves con dientes y garras (enantiornitas), por lo que hoy ésta es una de las localidades más emblemáticas en el estudio de la diversidad de las aves con dichas características.
El registro fósil de dinosaurios también es significativo en el humedal, aunque son considerados como animales incidentales –que acudían o atravesaban esporádicamente estos ecosistemas de modo análogo a como lo hacen hoy los mamíferos en los humedales tropicales–.
Pero incluso los organismos más pequeños han sido enormemente significativos en estos 25 años de investigación. Recientes estudios llevados a cabo por la Unidad de Paleontología y el Departamento de Ecología de la UAM, han concluido que, curiosamente, las bacterias son las responsables de la extraordinaria conservación acaecida por millones de años en este primigenio humedal moderno. Según dichos estudios, todo el ecosistema estaría tapizado por espesos velos microbianos de algas y bacterias que, al envolver los cuerpos, generaron en estos unas condiciones particulares, frenando su descomposición.