A los premiados de la primera edición de Innovaciencia sus proyectos les han llevado una media de seis meses de trabajo y también dinero de su propia hucha, logrado en algún caso dando clases particulares o viviendo más frugalmente. Sus edades van de los 17 a los 26 años y han sido galardonados por proyectos como un software para simular y gestionar satélites en órbita, un avión no tripulado que permite controlar incendios y una plataforma on line para comunidades educativas.
Son gemelos idénticos y están compenetrados en todo. Luis y Vicente Gil de Solá (Lérida, 1991) estudian cuarto curso de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Europea de Madrid y han sido los ganadores en la primera edición del certamen juvenil Innovaciencia, organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), cuya entrega de premios tuvo lugar la semana pasada en Madrid.
Los hermanos Gil de Solá se han llevado el primer premio de la modalidad universidad con su proyecto Satellite Power Simulator, un software para simular y gestionar satélites en órbita.
Según ha explicado a SINC Luis Gil de Solá, pese a que al principio de sus estudios el tema aeroespacial no era lo que más les interesaba, luego les acabó “picando el gusanillo”. Con la ayuda de su mentor, el profesor Santiago Pindado Carrión, de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), iniciaron el proyecto que, según señalan en el documento de presentación, es la primera versión de un software cuyo objetivo es el prediseño del sistema de potencia de satélites cúbicos de órbita LEO (Low Earth Orbit).
“En nuestro desarrollo –destaca– ha sido fundamental la colaboración del Instituto Universitario de Microgravedad Ignacio Da Riva (IDR), adscrito a la UPM. Este centro gestiona el programa UPM-sat2, un satélite propio de la universidad. El profesor Pindado, que es investigador en este centro, nos guió, orientó e hizo posible que avanzáramos en el proyecto”.
Los Gil de Solá se diplomaron en ingeniería técnica aeronáutica por la UPM y luego accedieron directamente al cuarto curso de Ingeniería Aeroespacial de la Universidad Europea de Madrid, gracias a un convenio de convalidación.
El desarrollo de su software les ha llevado algo más de medio año de trabajo, con tiempo robado al ocio y un gasto directo de 500 euros invertidos en formación complementaria. “Del gasto indirecto no sabría decir un total, pero ha sido mucho”, dice Luis Gil de Solá.
Apretarse el cinturón
Sin embargo, estos hermanos consideran que el esfuerzo ha merecido la pena. No les molesta que les vean como un tándem y creen que sin el apoyo y el entendimiento que tienen entre ellos no hubieran podido lograr sacar adelante el trabajo.
Vicente Gil de Solà cree que su compenetración va más allá del hecho de ser gemelos. “Hemos aprendido a transmitirnos los mensajes e ideas de forma breve y eficaz. También tenemos nuestros desacuerdos, como es normal, pero creo que la clave de nuestro entendimiento está en la filosofía de equipo. Los fracasos son compartidos y aprendemos de ellos, y lo mismo sucede con los éxitos”, señala con una madurez sorprendente a sus 22 años.
Para llevar a cabo su desarrollo, estos hermanos tuvieron que apretarse el cinturón. “No hicimos ningún trabajo específico para financiarnos, aunque desde que tuvimos en mente el proyecto, seguimos una política de ahorro para poder hacer frente a los gastos extraordinarios”, indican.
El primer premio de los Gil de Solá está dotado con 750 euros y un iPad, otorgado por el despacho de abogados de patentes y marcas García Cabrerizo. El jurado del certamen destacó “la calidad y originalidad de este software, que permite estudiar la viabilidad y gestionar el programa energético de cualquier satélite en órbita”.
El galardón también incluye una miniestancia en alguno de los 130 centros con que cuenta el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para todos los galardonados. “El que elija el premiado”, según la institución.
Este organismo indica que las estancias de Innovaciencia no tienen un formato predefinido porque en buena medida van a ser los galardonados quienes decidan cómo llevarlas a cabo. “Se les ha preguntado qué les gustaría hacer en el CSIC y en función de la respuesta se organizarán. Podrán consistir en visitas a diferentes centros, en asistir a cursos o seminarios o en participar durante varios días en las tareas de un grupo de investigación”, señala el organismo.
Los gemelos están ahora “a tope con los exámenes” y aún no han tenido tiempo de pensar mucho en ello, pero dicen que les interesaría alguno de los centros especializados en robótica o ingeniería aeroespacial. Tampoco hacen muchos planes de futuro, salvo seguir estudiando y abrir la mente a todo tipo de oportunidades, sin tener en cuenta el país de donde procedan.
Observación aérea no tripulada
El segundo premio de Innovaciencia en la modalidad de universidad, dotado con 500 euros, ha sido para Enrique Plaza (Madrid, 1987), estudiante de Ingeniería Aeronáutica superior de la Universidad Politécnica de Madrid. Plaza ha sido galardonado por su proyecto Plataforma de observación aérea no tripulada (POANT).
Plaza cuenta a SINC que su amor por los aviones no tripulados le viene desde niño. “Me encantaba el aeromodelismo”. Su aparato es un prototipo de avión completamente autónomo que podría aplicarse en fotografía aérea para el control de grandes infraestructuras, seguimiento de plagas y regadíos en superficies agrícolas, o control de incendios.
Ha desarrollado su avión, que tiene una envergadura de 2,20 metros, en el garaje de su casa y acabarlo le ha costado, según sus cálculos, unos 3.000 euros, que ha financiado dando clases de Matemáticas, Física y Química a estudiantes de bachillerato y a mayores de 25 años que querían pasar el examen de acceso a la universidad.
Este universitario resalta que, aunque sea un proyecto realizado en un garaje, “se trata de un sistema totalmente profesional, muy estable y con un nivel de acabado y servicio excelentes”. Para él, lo más importante de su proyecto “es que se trata de una plataforma totalmente adaptable a cualquier tipo de tarea para la que sea útil obtener una visión aérea y que su coste es muy inferior al de los vehículos aéreos no tripulados que se comercializan en la actualidad”.
El premiado pone como ejemplo el avión Raven del Ejército del Aire español, más pequeño que el suyo, “con características de vuelo similares y un coste de unos 800.000 euros”.
Cuando acabe sus estudios, a Enrique Plaza le gustaría crear su propia empresa de aeronaves no tripuladas para desarrollar aparatos de diseño propio, aunque para empezar no le importaría trabajar en alguna empresa del sector “en España o donde sea”.
Información ‘on line’ entre profesores y alumnos
La primera edición de los premios de Innovaciencia también cuenta con una sección dedicada a bachillerato que ha ganado Jorge Aguarón de Blas (Zaragoza, 1996), estudiante de primero de bachillerato en el Colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza.
Aguarón ha ganado este premio, dotado con 750 euros y un iPad, con su plataforma Aularium, que permite el intercambio de información on line entre profesores, alumnos y padres de un centro educativo. El jurado valoró cuestiones como la privacidad de los datos personales y la facilidad de uso y administración a la hora de elegir el proyecto.
Dice que lo mejor de su plataforma es que es intuitiva y fácil de usar. Para su desarrollo ha tenido que aprender programación por su cuenta y también ha hecho algún curso corto.
Este premiado tiene claro que quiere estudiar Ingeniería Informática y más adelante “querría montar una empresa con la que poder comercializar mi plataforma y distribuirla por distintos colegios”, señala.
Innovaciencia es un certamen de ideas y proyectos de innovación dirigido a jóvenes de 16 a 26 años. Está organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), y cuenta con la colaboración de la Fundación García Cabrerizo.
En la primera edición se han presentado un total de 56 proyectos en una de las dos modalidades del certamen: estudiantes de bachillerato o grado medio de formación profesional; y estudiantes de grado universitario, licenciatura, ingeniería, arquitectura o grado superior de formación profesional.
Tras una primera evaluación de los trabajos presentados, el jurado decidió preseleccionar los tres que finalmente fueron premiados para que accediesen a la final del certamen, que se celebró el pasado 5 de junio y en la que los autores tuvieron que defender sus proyectos ante el jurado momentos antes de la entrega de premios.
Durante la jornada se instaló una exposición de pósteres, audiovisuales y prototipos de los proyectos en la entrada del edificio central de CSIC.