Un pequeño vidrio con dos canales casi imperceptibles que forman una cruz, o, según como se mire, una espada. A primera vista, no resulta muy llamativo, pero se trata de un sensor gestado en la Universidad de Oviedo como se fabrican pocos en el mundo. De estos vidrios ha brotado una pequeña empresa que ha comenzado a diseñar, producir y utilizar estos dispositivos, capaces de efectuar por sí mismos todo el proceso de análisis químico.
“El objetivo final es que el usuario pueda hacerse una analítica completa en su casa a partir de una gota de sangre, tal y como ya se hace para medir los niveles de azúcar”. Así explica Diego Pozo Ayuso,fisico investigador en la Universidad de Oviedo, la sencillez de manejo que aspira a alcanzar la empresa innovadora de base tecnológica (EIBT) que ha comenzado a fabricar los dispositivos y que ha surgido con apoyo del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación del Principado (PCTI).
“Además de aplicaciones en biomedicina, estos sensores pueden detectar contaminantes en el medio ambiente y pueden utilizarse para hacer controles de calidad en la industria agroalimentaria”, afirma Diego Ayuso. Como indica el joven emprendedor, este método se conoce como laboratorio de bolsillo o lab on a chip, porque el sensor prepara la muestra, separa los componentes y los analiza, todo en uno, “mientras que el proceso de análisis convencional requiere grandes equipos y es cinco veces más caro”, afirma. Es por eso que estos sensores, que se orientan al usuario de la información, en muchos casos podrían evitar la necesidad de enviar muestras a laboratorios externos.
Este mes, la joven empresa dará un paso más hacia la incorporación de sus dispositivos en la vida cotidiana: presentará a centros de investigación y laboratorios la primera versión portátil del sistema, que incorpora fuentes de alto voltaje y el equipo de detección. Y en junio explicarán a científicos y empresarios de toda Europa en qué consisten sus desarrollos, que han partido de un proyecto de I+D financiado por el PCTI del Principado y coordinado por los catedráticos de Química y Física respectivamente Agustín Costa y José Rodríguez.
Gran Nano-escaparate europeo
Asturias acogerá un evento europeo de primera línea que se integra en los actos oficiales de la Presidencia Española de la UE: el lanzamiento internacional en junio de la plataforma tecnológica NANOfutures (www.nanofutures2010.eu), al que asistirá el Secretario General de Innovación, Juan Tomás Hernani, así como otros representantes de la Comisión Europea. En ese marco, el doctor en Química Mario Castaño Álvarez expondrá la tecnología que desarrolla la joven empresa como ejemplo de éxito de una spin-off (empresa surgida de la investigación en la Universidad).
Organizado por Prodintec, la Comisión Europea, la Presidencia Española de la UE, el Gobierno del Principado de Asturias y la Asociación NANOfutures, el evento cuenta con el apoyo de los agentes del sistema de innovación asturiano. Entre los conferenciantes se encuentran el responsable de nanociencia y nanotecnología de la Comisión Europea Christos Tokamanis, y científicos como el Premio Príncipe de Asturias Emilio Méndez, director del Centro de Nanomateriales Funcionales en el Brookhaven National Laboratory de EEUU, además de otras personalidades de la esfera científica y empresarial.
“Ya es un logro que la presentación de la Plataforma se haga en España, y que sea en Asturias supone una gran oportunidad para la región. Se trata de que tanto las empresas como los investigadores en el ámbito de la nanotecnología den a conocer su trabajo en Europa”, resalta Diego Pozo.
El vínculo de los sensores que desarrolla Micrux con la nanotecnología radica en su funcionamiento. En palabras de Diego Pozo, “algunos de los componentes del dispositivo tienen un tamaño de micras, es decir: 10-6 metros o una milésima parte del milímetro, y operan a esa escala”.
Crucero microfluídico
¿Cómo funcionan estos dispositivos de análisis? El proceso empieza en un extremo del brazo más corto de la cruz, perceptible a simple vista sobre el vidrio que compone el sensor: ahí se inyecta la muestra. “Entonces aplicamos un voltaje en este canal que conduce la muestra hasta la intersección con el brazo más largo de la cruz o canal de separación”, indica Mario Castaño.
El canal de separación contiene una disolución que conduce la electricidad, por lo que cuando el voltaje se aplica a este segundo canal, los componentes de la muestra se separan y “viajan” por el brazo largo hacia el polo negativo, donde se sitúa el sistema electroquímico de detección. Como explica Mario Castaño, “en este trayecto se produce la separación de los componentes de la muestra, porque se desplazan hacia el polo negativo a una velocidad distinta en función de la relación carga-tamaño de los compuestos a determinar”. La pequeña espada cristalina está bien afilada.