Expertos enseñan a la población a hacer papel

Un trozo de madera y un poco de agua, estos son los ingredientes básicos para fabricar el que es, desde su invención en China hace siglos, el principal soporte de la escritura.

Aunque antiguamente se utilizaban viejos trapos de fibras vegetales como el cáñamo y el lino, la base del proceso sigue siendo la misma: separar las fibras de celulosa del vegetal y aglutinarlas de nuevo en una delgada lámina.

Los laboratorios de Celulosa y Papel del Centro de Investigación Forestal (CIFOR) del INIA ofrecen a los participantes en la Semana de la Ciencia, que se celebra del 9 al 22 de noviembre en Madrid, la oportunidad única de crear con sus propias manos una hoja de papel que pueden llevarse a casa.

Para obtener pasta de papel existen dos procedimientos que dan distintos tipos de producto en función de su uso. El primero, utiliza compuestos químicos como la sosa o el sulfuro sódico para romper las fibras empleando calor como fuente de energía. El segundo, y el que aprenderán los visitantes en la visita guiada al CIFOR, es el tratamiento mecánico.

Primero, los investigadores trituran la madera para obtener astillas. A continuación se introducen los fragmentos en un desfibrador y se añade agua formando la pasta de celulosa. La mezcla se escurre sobre una tela metálica y se prensa y seca para obtener una hoja de grosor adecuado, lista para usar.

“Lo que más impresiona al público –comenta Esteban Revilla, responsable de la visita e investigador del CIFOR– es ver y participar en la transformación de un tronco de madera en papel en menos de una hora, de forma artesanal y completamente ecológica”. Este es el procedimiento que en términos generales se utiliza a gran escala y con algunos pasos más en la industria para obtener papel de periódico.

Durante la visita, que tiene lugar en el INIA desde el año 2005, también se desmontan algunos mitos de las fábricas del papel, considerada por algunos como una industria contaminante.

Revilla recuerda que la mayor parte de los ingredientes que se emplean pueden recuperarse, como el agua o el mismo papel. “En España, de cada 100 kilos de papel que se fabrican, 80 son recuperados de nuevo”, añade. También se hablará de la creencia de que la industria papelera destruye los bosques, consume mucha agua o que sólo es ecológico el papel reciclado.

“Una de las asignaturas pendientes de la producción de papel –afirma el investigador –, es que su fabricación produce mal olor debido a los mercaptanos, unas sustancias que el olfato humano detecta en una cantidad insignificante, del orden de partes por billón y cuya percepción resulta muy desagradable”.

Por último, se enseñará a los asistentes a distinguir entre el papel ecológico y el reciclado. El primero es el papel que no utiliza cloro para su blanqueamiento “como el que se hace en el laboratorio” –comenta Revilla–, mientras que el reciclado es el que se obtiene a partir de papel recuperado pasando por un proceso de eliminación de impurezas.

En resumen, los participantes podrán adquirir una visión global de este tipo de cuestiones que quizá desconocían. Y es que el papel es un material natural, reciclable, renovable y muy versátil. ¿Hay algo más ecológico?