Muchos dueños adaptan su destino veraniego a la posibilidad de llevarse de vacaciones a sus perros, gatos, conejos o hurones, entre otros, protagonistas del #Cienciaalobestia. En esta planificación, los expertos recuerdan cinco consejos para controlar el bienestar del animal en todo momento, ya que las altas temperaturas los afectan más que a las personas.
Algunas regiones de España pueden superar durante los meses de verano los 40 ºC, una temperatura que pone en riesgo a las personas, sobre todo los mayores y los niños, pero también a los animales de compañía, que, por su sistema de regulación de temperatura corporal, lidian peor con el calor. Y esto tiene una explicación biológica.
Los mamíferos sudan para regularse, pero aunque la mayoría de ellos tiene un número variable de glándulas sudoríparas, estas pueden ser muy escasas o incluso no llegar a ser funcionales. “Los perros apenas producen sudor, y emplean el jadeo como mecanismo de regulación de la temperatura. Otros, como los conejos, directamente carecen de glándulas sudoríparas”, explica a SINC Fernando Esperón, profesor del Grado en Veterinaria de la Universidad Europea.
Además de la sudoración, lo que nos diferencia de nuestras mascotas es el pelaje. Al tener escaso, los humanos logramos termorregular, sobre todo el calor –aunque parezca paradójico, gracias a la ropa que llevamos. En el caso de las mascotas, la pérdida de pelo en los meses previos al verano les prepara ante el calor, pero como el pelaje no desaparece del todo, “las altas temperaturas les pueden afectar incluso más que a los humanos”, recalca Esperón.
Por esta razón, desde diferentes organizaciones veterinarias, como The Humane Society of the United States, se ofrecen recomendaciones a los dueños para tener a sus mascotas seguras en todo momento durante el verano.
¿Cómo reconocer que nuestras mascotas sufren por el calor? Según expertos de la organización estadounidense, algunos signos de insolación son el jadeo intenso, los ojos vidriosos, la aceleración de los latidos del corazón, dificultad para respirar, sed excesiva, letargo, fiebre, mareo, falta de coordinación, salivación profusa, vómitos, lengua de color rojo intenso o morado, convulsiones y pérdida de conocimiento.
“Los síntomas son variados e inespecíficos, en función de la gravedad del cuadro”, dice el experto. En el caso de los perros, el primer signo suele ser un jadeo excesivo. “Se puede observar en los inicios un exceso de salivación e incluso presentar convulsiones”, advierte.
Los perros también pueden sufrir insolaciones y sus mucosas se pueden volver azuladas (cianosis). “En casos más graves podemos encontrar signos digestivos, como vómitos y diarrea o incluso pueden entrar en shock”, señala Esperón. Una insolación muy fuerte puede llegar a coagular parcialmente las proteínas de la sangre, causando problemas de coagulación y trombos.
Un perro bebe agua de una botella para refrescarse en verano. / Pixabay
A esto se añaden factores como la raza (sobre todo los bóxers, los carlinos, los shih tzus y otros perros y gatos de hocico corto), la edad o la presencia de enfermedades crónicas, como problemas cardíacos o respiratorios, que pueden volverles más susceptibles al calor, en el caso de los canes.
“También es muy importante saber que no todos los perros tienen la misma resistencia al calor. Por ejemplo, los perros de razas braquicéfalas (aquellos denominados “chatos”, como los Bulldog, por ejemplo) son muy susceptibles a los golpes de calor. Por supuesto, los cachorros y los animales geriátricos también son altamente susceptibles”, subraya a SINC el veterinario.
Sin embargo, entre las mascotas, los conejos son probablemente los animales que soportan peor los cambios bruscos de temperatura. “Pero en las condiciones habituales de los hogares españoles, estos cambios de temperatura no son lo suficientemente bruscos como para que, en general, puedan producir un golpe de calor”, señala Esperón.
Como durante las vacaciones se realizan más actividades al aire libre y se tiene más tiempo de ocio con los animales de compañía, los expertos coinciden en que la principal recomendación para prevenir los golpes de calor y la insolación excesiva de nuestras mascotas es evitar pasearlos a las horas de mayor temperatura.
En estos meses “las horas de alimentación y paseo pueden cambiar de forma radical, y el mayor riesgo, aparte de que el animal salga a las horas de mayor temperatura, es la deshidratación. Durante los meses estivales las necesidades de hidratación son muy superiores”, recalca Esperón. Siempre que se pueda se debe llevar consigo agua para evitar que el perro se deshidrate.
Con el ejercicio de la mascota es necesario también prestar especial atención. “Ajuste la intensidad y la duración del ejercicio en función de la temperatura”, aconsejan desde The Humane Society of the United States. En días muy calurosos, los dueños deben limitar el ejercicio a las primeras horas de la mañana o de la noche, y tener especial cuidado con las mascotas de orejas blancas, más susceptibles de padecer cáncer de piel, y con las de nariz corta, que suelen tener dificultades para respirar.
Por otra parte, los animales deben de tener acceso permanente a sombras y a agua fresca. “Los bebederos siempre deben de tener agua fresca y limpia, como debería de ser a lo largo de todo el año, pero es muy probable que estos se vacíen más rápido”, subraya el experto español. El agua tiene que estar disponible tanto fuera como dentro.
También es importante que la mascota lleve dentro o fuera de casa una envoltura corporal, un chaleco o una esterilla refrescantes. Si al perro no le estresan los baños, se puede remojarlo en agua refrescante.
La sombra de los árboles y las lonas son ideales porque no obstruyen el flujo de aire. “Una caseta para perros no alivia el calor; de hecho, lo empeora”, dicen desde la organización estadounidense.
Otro aspecto que preocupa a los veterinarios es el momento del transporte, sobre todo en coche. “En condiciones normales, con aire acondicionado o las ventanas abiertas no debería de haber problemas, salvo en las paradas para descanso. Lo ideal es que la mascota también salga con los propietarios del vehículo”, explica Esperón.
En ese momento, el experto señala que se debe aprovechar para pasear al perro e hidratarlo. “Este último punto es fundamental”, recuerda. En el caso de tener que dejar la mascota en el coche, los descansos deberían hacerse en horas de menos calor y minimizar el tiempo, así como aparcar en sombra y dejar las ventanas abiertas. “También intentar observar al animal cada poco tiempo”, asevera el veterinario.
Sin embargo, desde las organizaciones no recomiendan dejar al animal en el coche: “Ni siquiera con el coche en marcha y el aire acondicionado encendido”, advierten desde The Humane Society. En un día caluroso, la temperatura en el interior de un vehículo puede aumentar en 10 minutos de 29 ºC a 39 ºC, incluso con las ventanas abiertas. Al cabo de 30 minutos, la temperatura podría alcanzar los 49 ºC.
Finalmente, además de todas estas pautas para proteger a las mascotas, los expertos señalan que en el caso de no poder desplazarse con el animal se deje en residencias de animales o casas de amigos o familiares. El abandono es otra situación que se produce en verano.
“Creo que no hace falta recordar que además de la situación traumática para el animal, el abandono de una mascota es un delito tipificado por ley”, concluye Fernando Esperón.