En el Salón del Cómic de Barcelona, del 11 al 14 de abril, así como en las ferias del Día Internacional del Libro del próximo 23 de abril, se podrán encontrar cómics de superhéroes, humor, historia e incluso eróticos. Pero algunos autores intentan aprovechar el potencial educativo del llamado noveno arte para llegar a un mayor número de lectores. Evolución, antropología, física y matemáticas son algunos de los temas tratados por los cómics de divulgación científica.
Es difícil adivinar en qué pensaba Neil Armstrong cuando el 20 de julio de 1969 se convertía en el primer hombre en pisar la Luna. Seguramente no pasaba por su cabeza que Tintín se le había adelantado 15 años –sobre el papel, eso sí– cuando en 1954 Hergé publicó Aterrizaje en la Luna.
El historietista belga siempre se mostró preocupado por la validez científica de sus historias, donde detalló desde un observatorio astronómico hasta la construcción de un reactor nuclear, e incluso se atrevió a mencionar la existencia de agua en la Luna, algo que la NASA no descubriría hasta 2009.
No son pocos los autores interesados en la ciencia como Hergé y que apuestan por las viñetas a la hora de divulgar. El ejemplo más cercano es el de Jordi Bayarri (Alboraia, 1972), autor de la Colección Científicos, cuyo logotipo C2 recuerda a cierta fórmula de Einstein.
Bayarri explica a SINC el potencial del tebeo de divulgación. “El cómic es un medio puramente visual apoyado por texto. Por eso es un medio excepcional para explicar cualquier cosa, no solo a niños”.
En su serie de cómics infantiles, Bayarri narra la vida de científicos tan fundamentales como Darwin o Galileo. Para que estos genios pudieran llegar al papel el dibujante decidió utilizar el micromecenazgo o crowfunding, que ya le permitió publicar Darwin, la evolución de la teoría.
Con este sistema, la gente se compromete a comprar el libro, por el que pagará solo si se llega a una suma que permita la edición, tal y como ocurre actualmente con Galileo, el mensajero de las estrellas. Solo si recibe las peticiones suficientes, será publicado en mayo. Tras él –siempre que se cuente con el apoyo popular– llegará Newton después del verano. Y, el año que viene, serán Marie Curie y Einstein los que protagonicen las viñetas de Bayarri.
“Tras publicar el cómic de Darwin para celebrar su bicentenario en 2009, vimos que ahí había una línea editorial por explotar. Desarrollamos el proyecto de la colección e intentamos encontrar a alguien interesado en publicarla, pero sin éxito”, comenta Bayarri.
En el primer ejemplar de la colección, el lector acompaña a Darwin en su viaje –geográfico y personal– que lo transformará en naturalista y le permitirá desarrollar una de las teorías más importantes de la historia de la ciencia. Precisamente, en la Colección Científicos el rigor de los datos históricos se vigila con especial cuidado.
“Tayra Lanuza, doctora en historia de la ciencia e investigadora posdoctoral del CSIC, se encarga de seleccionar a los protagonistas y de documentarse”, comenta Bayarri.
De esta forma se consiguen plasmar anécdotas curiosas que dotan a la historia de personalidad sin olvidar al público objetivo. “Además de los hechos más conocidos, buscamos aquellos que puedan ser más simpáticos y hagan la lectura del cómic más amena”, explica Bayarri.
Una venganza de hace 50.000 años
Francia y Bélgica tienen una de las tradiciones más antiguas y de mayor calidad en cuanto a cómics –bande dessinée– se refiere, y en el caso de la divulgación científica no iban a ser una excepción. Emmanuel Roudier (Francia, 1971), un apasionado de la arqueología, es famoso por sus cómics sobre evolución humana.
“Descubrir la riqueza increíble de nuestra prehistoria fue para mí como una revelación y me provocó unas enormes ganas de compartir los conocimientos que estaba adquiriendo”, cuenta Roudier a SINC.
Roudier descubrió que existía una gran diferencia entre el retrato que la ciencia ha construido de los primeros humanos y la visión anticuada y equivocada que tiene el gran público. “Mis cómics son un ejercicio de comunicación científica, a un humilde nivel, para hacer que evolucione la imagen de nuestros antepasados entre el gran público”, señala.
Neandertal es el único de sus cómics traducido al español. Con un espectacular dibujo, Roudier narra el viaje de madurez y venganza de un Homo neanderthalensis. La historia sirve de excusa para plasmar en el papel las costumbres de este pueblo, desde la caza hasta la fabricación de armas, pasando por el enterramiento de los difuntos.
Dejando a un lado las licencias creativas, el trabajo de Roudier demuestra un conocimiento extenso sobre los neandertales. Él mismo responde en un epílogo –con documentación científica en la mano– a algunos lectores asombrados porque los personajes de la historia hablaran.
“En los primeros trabajos utilicé trabajos científicos, novelas, documentales e incluso visité algunos lugares prehistóricos”, explica Roudier. “Para Neandertal además conté con la ayuda de unos cuantos investigadores que me resolvieron dudas sobre técnicas y materiales”, añade.
El rigor científico de Roudier se percibe desde el comienzo de su cómic, con una ilustración a toda página que representa la talla de una punta de lanza. “Todas las escenas de fabricación de armas se realizaron a partir de sesiones de fotos con expertos”, afirma.
Bongos y lógica
“Si este es el hombre más listo del mundo, que Dios nos ayude”, afirmaba la madre de Richard Feynman, uno de los físicos más brillantes del siglo XX, al enterarse de que su hijo había sido nombrado así por la revista Omni. El carácter de Feynman, no menos inteligente ni extravagante que Einstein, lo convierte en un personaje ideal para un cómic.
Feynman es el título de la biografía en viñetas escrita por Jim Ottaviani que comienza cuando nace en el pequeño Richard el amor por la ciencia, e intenta contagiar al lector esta pasión de la mano un físico al que le encantaban los bongos y las mujeres, y que incluso llegó a participar en el Proyecto Manhattan.
“Veo la combinación entre cómics y ciencia como algo obvio” declara Ottaviani a SINC. “Puedes darte cuenta de ello si abres cualquier revista científica: están llenas de dibujos y gráficas”, añade. “Palabras y dibujos juntos pueden comunicar cualquier idea, no importa lo complicada que sea”.
El dibujo de Feynman, sencillo para no estorbar la historia y describir la personalidad del físico, se une a una historia cuidadosamente planeada, en la que se alternan los divorcios, los descubrimientos científicos, las crisis existenciales y las anécdotas.
En este caso se reducen las explicaciones científicas –imposibles e innecesarias en un campo como la electrodinámica cuántica– a la mínima potencia. De esta forma aquel que ignore quién es Feynman al principio del cómic tendrá dos cosas claras al terminarlo: que tanto su trabajo como su personalidad fueron muy interesantes.
Esta es la intención del cómic, que incluye una larga lista de lecturas recomendadas –colocada estratégicamente entre el último capítulo y el epílogo– para animar al lector a saber más sobre su vida e investigaciones.
Aunque Feynman sea el único trabajo de Ottaviani publicado en España hasta la fecha, su trayectoria como divulgador científico es larga. A diferencia de otros autores que se documentan o consultan a expertos, él es un científico interesado explicar ciencia utilizando viñetas. Su última obra se publicará en inglés el próximo junio, y contará la vida de tres primatólogas: Jane Goodall, Dian Fossey y Biruté Galdikas
Si explicar física con bocadillos es un reto, hablar de matemáticas podría resultar una locura. Logicomix cruza la frontera entre la lógica y la locura, entre las matemáticas y la filosofía, de la mano de Bertrand Russell y su búsqueda de los fundamentos de las matemáticas.
Los griegos Apostolos Doxiadis y Christos H. Papadimitriou se enfrentan a esta valiente tarea en una novela gráfica que lleva el sugerente subtítulo de Una búsqueda épica de la verdad. Atreviéndose incluso a romper la cuarta pared, los autores repasan la historia moderna de la lógica, la madre de la computación.
“Queríamos contar una historia fascinante, y para apreciarla el lector necesitaba entender un par de cosas sobre matemáticas, lógica e historia del siglo XX” detalla a SINC Papadimitriou al explicar los retos de Logicomix.
Desde Russell a Gödel pasando por Cantor, la locura fue una constante en la vida de muchos de los hombres que dedicaron sus vidas a esta disciplina. Logicomix describe esta dualidad entre razón y locura, que finaliza con un Hitler derrotado por la lógica de Alan Turing aplicada al descifrado de códigos.
La divulgación científica mediante viñetas será un éxito, mientras existan obras de calidad y autores preocupados por la comunicación de la ciencia y la rigurosidad de sus obras. Cómics como estos pueden popularizar el género y acercar más la ciencia al público.
En marzo 1923, mientras Einstein paseaba por las calles de Madrid, Barcelona y Zaragoza, se puso a la venta la primera entrega de Los inventos del TBO, donde se
Profesor Tornasol
narrarían ingenios de lo más estrafalarios, parecidos a los que crearía el profesor Bacterio para la T.I.A. años después en las páginas de Mortadelo y Filemón.
Muchos superhéroes esconden a un científico tras la máscara, y los experimentos han jugado un papel importante en su nacimiento y aventuras, como es el caso de Peter Parker, que se convertiría en Spiderman tras sufrir la picadura de una araña fugada de un laboratorio y también en un brillante investigador.
El propio Hergé creó a uno de los genios locos más carismáticos cuando en El tesoro de Rakham el Rojo (1943) hizo su aparición el profesor Silvestre Tornasol, tan despistado como sordo, y viva imagen de un amigo de Hergé, el científico Auguste Piccard.
Tornasol o el profesor Bacterio no son los únicos científicos que han paseado por las páginas de un cómic. Muchos científicos reales han hecho su aparición –o cameo– en numerosas historias.
¿Dónde está realmente el planeta de origen de Superman, Krypton? Es una pregunta que nadie había logrado responder en los 75 años de historia del superhéroe. Por suerte para Clark Kent, el astrofísico y divulgador Neil deGrasse Tyson –que no tuvo bastante con aparecer en The Big Bang Theory– está dispuesto a ayudar al kryptoniano a encontrar su planeta. “No habría hecho lo mismo por Aquaman”, declaró Tyson.
A pesar de que Krypton fue destruido cuando Kal-El –el nombre de pila del superhéroe– era solo un bebé, la enorme distancia que lo separa de nuestro planeta jugará una mala pasada al pobre Clark, tal y como se podrá ver en el número 14 de Action Comics –que se publicará en junio en España– en el que, además, sabremos la edad exacta de Superman.
El paso de Tyson por Superman será breve, pero otros científicos han tenido aventuras más largas en los cómics. Es el caso del mismísimo Albert Einstein, que será uno de los protagonistas de Los proyectos Manhattan, la nueva y exitosa serie de Image cuyo primer tomo se pone a la venta este mes en España.
En esta colección, el proyecto Manhattan –que permitió el desarrollo de la bomba atómica– no es más que una tapadera para que las mentes más brillantes desarrollen toda una serie de alocados experimentos. Robert Oppenheimer y Richard Feynman serán algunos de los científicos que paseen por sus páginas.
Por otra parte Atomic Robo, serie nominada a varios premios Eisner, cuenta las aventuras de un robot con gran sentido del humor, creado por Nikola Tesla y que junto al divulgador Carl Sagan, al ‘fantasma’ de Alan Turing e incluso a Stephen Hawking, se enfrenta a situaciones de lo más surrealistas.