Según las conclusiones del último Global Information Technology Report 2014, el referente mundial en el uso de las TIC por parte de los estados, el estancamiento de América Latina en su lucha contra la brecha digital es "evidente". Las diferencias entre países y las desigualdades entre el mundo urbano y el rural son claras. En este contexto, la educación y las infraestructuras se convierten en claves para salir del atolladero. Diversas iniciativas gubernamentales y sociales tratan de paliar esta situación pero los expertos advierten que, si no se plantea una política integral, los avances serán nulos.
Reducir la brecha digital es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta América Latina en su camino al desarrollo. Pese a los esfuerzos realizados por los gobiernos en los últimos años, aún no se está consiguiendo acortar la distancia que los separa de los estados más ricos. Los datos son palpables: ningún país latinoamericano se sitúa entre los 30 primeros del ranking mundial de referencia sobre utilización de las TIC, el Networked Readiness Index (NRI o Índice de Disposición a la Conectividad) que elabora anualmente el Foro Económico Mundial.
Según este informe, en 2014 el país latinoamericano que se encuentra más arriba es Chile, situado en el puesto 35, apenas una posición por detrás de España. Puerto Rico (en el 41), Panamá (en el 43) y Costa Rica (en el 53) son los siguientes países de la región en uso de las TIC, mientras que Brasil pierde nueve posiciones con respecto a la última oleada del informe (baja hasta el puesto 69) y México 16 (baja hasta el 79), situándose ya muy lejos de los países nórdicos, que con Finlandia a la cabeza, copan año tras año los primeros puestos.
Las conclusiones del último Global Information Technology Report 2014, el informe que acompaña al ranking NRI, son claras: en América Latina el estancamiento de los avances es "evidente" y pone en peligro buena parte de los impactos positivos que han tenido las TIC en los últimos años, como el aumento de la innovación, la competitividad económica y una mayor inclusión social. Según el mismo estudio, esto se debe principalmente a la falta de infraestructuras y acceso a la banda ancha y a la escasez de capacitación de buena parte de la población, lo que impide un crecimiento equilibrado.
Los expertos definen la brecha digital como la separación que existe entre las personas (comunidades, estados, países, etc.) que utilizan las TIC como una parte rutinaria de su vida diaria y aquellas que no tienen acceso a las mismas y que aunque las tengan, no saben cómo utilizarlas. El profesor de la Universidad Autónoma
de Baja California (México) Evelio Martínez, coautor del portal de referencia en castellano la labrechadigital.org explica que la brecha digital “no sólo se aplica a las condiciones de un país, sino también a comunidades, inclusive a nivel individual. El término separación o brecha se refiere al nivel de acceso que se tiene a las TIC. Las TIC pueden entenderse como todas aquellas tecnologías de redes, telecomunicaciones e informática (teléfono, televisión, radio, internet, computadoras, etc.) que de manera directa o indirecta, influyen en nuestro de nivel de vida y educación”.
Por su parte, el docente investigador de la Universidad Austral (Argentina) Francisco Albarello, autor del blog Hiperlecturas sobre educación y cultura digital, asegura que existen dos aspectos fundamentales que deben considerarse: por un lado, el acceso a determinada tecnología, por ejemplo, a computadoras o dispositivos con conexión a internet y, por otro lado, la 'brecha cognitiva' o falta de las competencias digitales necesarias para utilizar esa tecnología aprovechando todo su potencial.
En este sentido, la brecha digital se manifiesta en un país “en la ausencia de contenidos producidos por sus habitantes” y, en otro nivel, “en la generalización de un tipo de usuario consumidor y no productor de contenidos, software o medios”. Esa misma carencia se observa también en otro ámbito, el sistema productivo y el de servicios, “donde se necesita importar software o know-how en lugar de producir los propios”.
La localización geográfica, clave en el acceso a internet
En lo que coinciden los expertos es en que existen diferentes perspectivas de análisis respecto a la brecha digital. Una de ellas es la diferenciación entre países, ya que la realidad es diferente en cada uno de ellos, y también la separación entre medio urbano y medio rural. Según datos del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (Siteal), promovido por la Unesco y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), el acceso a internet de los estudiantes latinoamericanos en su propio hogar varía considerablemente de acuerdo a su localización geográfica. Así, algunos estudiantes llegan a tener 17 veces más posibilidades de acceder a la red en sus hogares que sus pares de otros países de la región.
El menor acceso a internet se registra en estudiantes de Guatemala, Honduras, Bolivia y Paraguay (tan solo entre el 2 y el 4 por ciento utiliza la Web en su casa), mientras que la mejor situación relativa se presenta en Uruguay donde cerca de 4 de cada 10 alumnos pueden usar Internet en el hogar. En otros países como Brasil, Chile y Costa Rica, sólo 1 de cada 4 estudiantes tiene acceso a este recurso.
Las diferencias también son grandes entre medio urbano y medio rural. Según el Siteal, las posibilidades de acceder a internet disminuyen drásticamente para las personas que viven en áreas rurales. Aquí se produce la paradoja de la brecha digital es menor en aquello países con los índices más bajos de acceso para el total de la población (como El Salvador, Guatemala, Honduras y Paraguay). En estos casos, el acceso está débilmente extendido tanto en áreas urbanas como en áreas rurales. Por el contrario, en Brasil, Chile, Costa Rica o Uruguay se contabilizan las mayores diferencias entre población urbana y población rural. Estos son los países con mayores porcentajes de acceso a Internet en cómputo global, aunque éste se concentra en las áreas urbanas.
Las comunidades marginales urbanas
Daniela Muñoz, del Instituto de Investigación en Educación de la Universidad de Costa Rica y autora de varios estudios en este sentido, añade otra variable más en el escenario: las comunidades marginales de las áreas urbanas. “Si nos referimos a las comunidades urbano-marginales entonces estamos hablando de los niveles de ingresos de la población, mientras que si nos centramos en las comunidades rurales estamos consideramos principalmente el factor de la localización geográfica. Entonces ¿qué pasa si hablamos del caso de una persona adulta que vive en una zona rural, marginal y que no pasó por un proceso de educación formal? Estamos hablando de tres variables que convergen y que complica sobremanera las posibilidades de acceso y uso de las tecnologías por parte de un individuo. El problema esencial es que son muchos los casos que presentan este perfil”, recalca.
En este sentido, agrega: “Es sumamente preocupante comprobar la escasez de proyectos de educación enfocados en el uso de las tecnologías de la información y la comunicaciones que se dirigen a adultos. Se pueden rescatar proyectos que se centran en trabajar este aspecto con adultos de avanzada edad, pero hoy en día hay una población desatendida completamente por las organizaciones: la generación que nació y creció antes de la revolución de la red”.
La habilidad para localizar, organizar, entender, evaluar y analizar información utilizando tecnología digital es lo que los expertos llaman alfabetización digital. Y al igual que ocurre cuando aprendemos a leer o a escribir, el acompañamiento en el proceso de aprendizaje resulta determinante. La brecha digital se constituye así como elemento clave en la desigualdad educativa en América Latina y supone un desafío para las políticas sociales de los gobiernos.
“La falta de una educación que promueva el uso de las TIC es una de las mayores causas del estancamiento de América Latina en la reducción de la brecha digital, ya que es a través de la educación como se genera el cambio cultural necesario para adaptar las comunidades a las demandas constantes en términos de tecnología”, apunta Daniela Muñoz.
Para tratar de superar estas barreras se han puesto en marcha multitud de iniciativas en toda la región latinoamericana. Y no solo a través de entidades gubernamentales: universidades, asociaciones vecinales, comunidades locales u ONGs están poniendo su granito de arena para solventar esta situación.
La propia Daniela participa en un proyecto promovido por la Universidad de Costa Rica y denominado Servicio de Información Agrícola de Tierra Blanca (SIT), cuyo fin es capacitar a los agricultores en el uso de la información y las tecnologías. Tierra Blanca es una de las comunidades agrícolas más importantes del país pero cuenta con grandes problemas en el acceso y uso de las TIC. Desde la puesta en marcha del proyecto en 2012, se ha logrado reducir la brecha y los agricultores ahora cuentan con un centro en el que manejan datos por ordenador que les ayudan a tomar decisiones acertadas y mejorar sus cosechas.
Otro proyecto innovador es el que se está poniendo en marcha actualmente en Guatemala y Brasil tras dar sus primeros pasos en San Francisco (EE UU). Se trata de Endless, que busca disminuir la brecha digital en las comunidades marginales de entornos urbanos facilitando el acceso a tecnologías económicamente viables. Los promotores de la iniciativa han creado computadoras de bajo coste con software que permite acceder a programas como Photoshop, Skype o Google Earth sin necesidad de Internet.
Iniciativas gubernamentales de éxito y enfoque integral
A nivel gubernamental, existen diversos programas e iniciativas cuyo fin es reducir de alguna manera la brecha digital. La investigadora de la Universidad de la República y asesora del Ministerio de Industria Energía y Minería de Uruguay, Lucia Pittaluga ha estudiado algunas de las iniciativas que se han puesto en marcha en este sentido en el país. “Uruguay tiene un enorme problema en la educación, sobre todo la Secundaria. El sistema no logra retener a los jóvenes para que terminen Bachillerato. Este no es sólo un problema vinculado a los más pobres sino que es transversal a todas las clases sociales, pese a algunas diferencias obvias. Allí está su mayor desafío para reducir la brecha digital”, afirma.
La experta destaca dos proyectos para el uso de las TIC que se han puesto en marcha en Uruguay en los últimos años: el Plan Ceibal, que entrega un ordenador portátil a cada niño de la escuela pública y además los forma para hacer uso de esta herramienta; y el sistema de trazabilidad electrónica de los bovinos, un sistema implantado en los 12 millones de cabezas de ganado con que cuenta el país que permite, en tiempo real, consultar los datos de un animal a través del Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG). Ambos programas son “obligatorios, universales e inclusivos”, agrega.
El Global Information Technology Report 2014 señala que los beneficios de las TIC solo pueden apreciarse plenamente cuando un país aplica una estrategia integral. Por un lado, se deben unir los esfuerzos que están realizando las diferentes instituciones que integran un país, e incluso las de varios países, para reducir la brecha digital y, por otro, es necesario abordar integralmente las diferentes causas que la generan. Así, las acciones puntuales siempre serán ineficaces.
A juicio del profesor Albarello, las políticas públicas decididas y sostenidas en el tiempo pueden moderar la brecha digital si atienden dos aspectos clave, “ofrecer acceso a tecnología de calidad y dotar de las herramientas conceptuales y las competencias cognitivas para utilizar esas tecnologías de modo creativo y autónomo”.
Para ello es necesario fortalecer las economías locales. “Un empoderamiento de las comunidades y sus habitantes es un primer paso que les dará la base para emerger de la pobreza y generar desarrollo a partir de las TIC. Necesitamos nuevos esquemas que inclinen la balanza hacia los que se han quedado fuera del sistema. Sentadas estas bases, la escuela puede convertirse en un espacio de cambio sustancial, pero de no ser así, será un 'casi' que no transforma nada y que profundiza la brecha entre lo que el sistema educativo latinoamericano ofrece y lo que el mundo actual demanda a quienes pasan por el sistema educativo”, concluye el profesor.