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Agencia Sinc
CIENCIA EN LA MALETA DE EUDALD CARBONELL

“Cambiaría el nombre de la isla de San Cristóbal por isla Evolución”

El viaje de Eudald Carbonell a las Galápagos fue una experiencia que le dejó huella. Según el paleontólogo, pasar unos días en la que él llama Isla Evolución (Isla de San Cristóbal) ayuda a entender que la evolución no es solo una teoría, sino una realidad.

“Cambiaría el nombre de la isla de San Cristóbal por isla Evolución”
Eudald Carbonell en Atapuerca. / SINC

“Hace unos años pude hacer un viaje científico a las islas Galápagos, en el Ecuador. Aquel rincón lo tengo grabado en la corteza prefrontal”, asegura Eudald Carbonell, director del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES). “Lo he razonado y sin duda puedo entender por qué impresionó tanto a un genio como Darwin, el padre de la teoría de la evolución, cuando llegó allí durante su viaje a bordo del Beagle”,continúa.

El arqueólogo experto en evolución asegura que aquella visita al archipiélago le ayudó a entender cómo se sintió Darwin al llegar a las islas a bordo del Beagle.

“Me lo imagino sentado en la isla de San Cristóbal, la más oriental del archipiélago de las Galápagos. Es impresionante observar y gozar de toda aquella riqueza biológica”, explica el científico. Para él, este es un destino ideal para pasar vacaciones rodeado de ciencia y terminar de entender la evolución.

“Hace unos años pude hacer un viaje científico a las islas Galápagos. Aquel rincón lo tengo grabado en la corteza prefrontal”

Darwin desembarcó en las Galápagos el 17 de septiembre de 1835 tras casi cinco años de navegación. El naturalista tenía entonces 26 años y la parada en el archipiélago fue lo que más le impresionó del viaje a bordo del Beagle. Allí dedicó cinco semanas a observar y hacer anotaciones sobre la biodiversidad de las islas.

El pinzón que cautivó a Darwin

Durante su estancia en las islas, Carbonell pasó un tiempo con el matrimonio Grant, una pareja de científicos dedicado al estudio del pinzón de Darwin, un conjunto de trece especies diferentes de aves que habitan las islas y se diferencian por el tamaño y la forma de su pico.

Los estudios de Peter Griffin y Rosemary Grant han relacionado estas variaciones físicas entre las aves con cambios ambientales. “Estando allí con ellos, aprendí mucho de esta variabilidad y me convencí de que la ciencia es redundante”, recuerda Carbonell. Y no solo eso, también gracias a su viaje entendió que “la evolución no es tan solo una teoría, sino una realidad”.

Por todo lo que significó su viaje, para Carbonell la isla más oriental del la Galápagos debería dejar de ser denominada con el nombre de un santo: “Yo hubiera cambiado el nombre de la Isla de San Cristóbal por el de Isla Evolución”.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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