Este estudio pionero en aves ha desvelado lo importante que son las glándulas de la sal en estos animales, ya que constituyen el mayor elemento para que dichos seres puedan expulsar esta sustancia de su organismo sin que les resulte perjudicial.
Jorge Sánchez Gutiérrez, investigador del departamento de Anatomía, Biología Celular y Zoología de la Universidad de Extremadura (UEx), ha presentado una tesis en la que demuestra los ajustes fisiológicos que deben realizar las aves limícolas para enfrentarse a los diferentes retos biológicos producidos a lo largo de su vida.
Estos animales son especies migratorias de largas distancias que se reproducen en hábitats de agua dulce, pero pasan el invierno mayoritariamente en lugares costeros. Algunas de las aves estudiadas han sido el correlimos gordo y la aguja colipinta. Estos organismos se desplazan desde su zona de cría en el Ártico hasta los lugares de hibernación, situados en terrenos templados o tropicales y tienen que hacer frente a cambios ambientales como la salinidad del hábitat o la aparición de parásitos, pudiendo tener implicaciones en su eficacia biológica.
Este estudio pionero en aves ha desvelado lo importante que son las glándulas de la sal en estos animales, ya que constituyen el mayor elemento para que dichos seres puedan expulsar esta sustancia de su organismo sin que les resulte perjudicial. Los resultados han afirmado que estas glándulas son 5 veces mayores en las aves costeras que las procedentes de hábitats dulces, como los arrozales extremeños.
Gutiérrez y su equipo demostraron que a parte de la salinidad del hábitat, hay otros factores que influyen en el tamaño y actividad de estos órganos tan esenciales, como es el tipo de presa con la que se alimentan. “Encontramos que las especies costeras que se nutrían de moluscos como el mejillón, tuvieron glándulas de la sal más grandes que otras especies que se alimentaban de gusanos, y esto es debido a que los moluscos contienen más agua salada en su interior que cualquier otro tipo de invertebrados blandos”, aclara el investigador.
El experto afirma que vivir en ambientes salinos supone para estas aves un gasto de energía mayor. Especies como el correlimos, aclimatadas en agua marina, incrementaron su tasa metabólica y su consumo de alimento diario un 17% y 20% respectivamente; demostrando así que el proceso para equilibrar el agua y las sales de sus organismos implica gastos significativos de energía. “Las pruebas han desvelado cómo estos animales ajustan la masa de esta pequeña glándula para superar los retos biológicos”.
Ensayos en cautividad
Los experimentos en cautividad realizados en esta tesis se han llevado a cabo en el jardín experimental de la UEx. “Los animales se capturaron en las proximidades del Guadiana y aclimatados en condiciones estándares, los sometíamos a distintos regímenes de sal para posteriormente medir su metabolismo y describir así cual era el gasto energético” aclara Gutiérrez. Los estudios comparativos tuvieron lugar en el norte de Holanda, durante una estancia del investigador en la ciudad de Groningue.
El estudio señala también cómo la salinidad del mar redujo las defensas inmunológicas en estas aves. Los correlimos aclimatados en agua marina produjeron una respuesta inmunológica un 17% más débil que la del correlimos en agua dulce, dificultando así la respuesta adecuada ante una posible infección.
La tesis se ha llevado a cabo a lo largo de cuatro años y ha sido dirigida por los profesores José Antonio Masero y Juan Manuel Sánchez de la UEx.