Aunque la mayoría de los insectos parasitarios se guían por el olor para encontrar a sus huéspedes, una especie de mosca parásita, protagonista de #Cienciaalobestia, es atraída por el canto que emiten las chicharras para depositar sus huevos en ellas. Pero el sonido, que se convierte en una canción de amor, también seduce a las moscas, tanto hembras como machos, en busca de pareja.
El canto de las chicharras, más intenso y frecuente al amanecer y al atardecer, nos indica la llegada del verano. El sonido es emitido por los machos de Neotibicen dorsatus para atraer a las hembras, pero también cautiva a otros insectos, como la mosca parásita Emblemasoma erro, cuya presencia no beneficia a las cigarras.
A diferencia de otros insectos parasitarios que se guían por el olor y las señales químicas para localizar a sus huéspedes en los que depositan sus huevos y de los que se alimentan después sus larvas, la mosca E. erro es atraída por el canto de las chicharras. Así lo revela un estudio publicado en Journal of Insect Science.
El sonido que emiten las cigarras llama la atención de las hembras de la mosca parásita que se entrometen en sus técnicas de seducción. Las moscas siguen a las chicharras y depositan las larvas recién salidas del huevo directamente en ellas. Pero el canto también atrae a las moscas macho que saben que las hembras en busca de pareja también estarán allí.
“Machos y hembras no gestantes se orientan en función de sonido que emite el canto de las cigarras. Los machos inician su comportamiento de búsqueda de pareja una vez que llegan a la fuente del sonido, y es allí donde el encuentro para la cópula entre machos y hembras tiene lugar”, explica Brian J. Stucky, investigador de la Universidad de Colorado (EE UU) y único autor del trabajo.
Una canción de amor a lo Barry White
Entre julio y septiembre de 2011 a 2013, el científico realizó varios experimentos reproduciendo los cantos de las chicharras con altavoces y observó que ambos sexos de esta mosca sarcophaga llegaban al lugar atraídos por el sonido. Según Stucky, algunas de las hembras llevaban huevos y larvas, pero la mayoría no, por lo que la deposición de las larvas en el huésped no era su objetivo.
“Tanto hembras como machos demostraron tener la reproducción en mente”, señala el científico. En sus observaciones, el investigador constató que los machos intentaron copular repetidamente con las moscas que llegaban a la fuente del sonido, incluso con otros machos, y en algunos casos lograban reproducirse con hembras. “Es como si la cigarra fuera un bar de solteros y su canto un CD de Barry White”, ilustra el investigador.
El experto reafirmó sus resultados capturando y contando las moscas que respondían al canto de las cigarras a través de tres trampas diferentes en las que las señales de las chicharras variaban en duración y volumen. En total, logró capturar 110 moscas, de las cuales el 75% eran hembras, muchas de ellas no llevaban larvas, por lo que no buscaban infectar al huésped.
“Los cantos de las chicharras sirven de señal para encontrar pareja para ambos sexos de E. erro”, concluye Stucky, para quien el viaje que realizan las hembras que no llevan larvas no tendría sentido y sería una pérdida de tiempo y energía.
Referencia bibliográfica:
Brian J. Stucky. "Eavesdropping to Find Mates: The Function of Male Hearing for a Cicada-Hunting Parasitoid Fly, Emblemasoma erro (Diptera: Sarcophagidae)"Journal of Insect Science 5 de julio de 2016