"Es un estudio muy ambiciso", afirma Tomás Santamaría Polo, vicerrector de Investigación de la Universidad Católica de Ávila y profesor de Zoología, Ecología y Espacios Naturales Protegidos. Desde 1996 este experto analiza la vegetación que crece sobre los peculiares terrenos ultramáficos de California (Estados Unidos), genuinos de esta región. En concreto, allí se encuentra una roca denominada serpentina o serpentinita, que presenta altas concentraciones de metales pesados. "Esto hace que la flora y la fauna que allí se establezca sea muy curiosa", asegura Santamaría. Tan curiosa como la Darlingtonia californica o lirio cobra, una planta insectívora cuyo estudio permite conocer a su vez la entomología de la zona.
"Los sustratos y suelos ultramáficos condicionan la estructura y composición de las comunidades vegetales que los colonizan debido a sus peculiares propiedades físico-químicas", argumenta Santamaría, "y esto es causa de la biodiversidad y del elevado índice de endemicidad existente en California y el sur de Oregón".
Los condicionantes
El profesor ha estudiado sobre el terreno por qué la Darlington californica sólo crece en esos suelos. "Hemos analizado el agua y los metales, para saber cuáles son sus condicionantes y requerimientos", explica el experto, que trabaja con miembros de la Universidad de California y de la Complutense de Madrid.
La planta encuentra en los insectos los nutrientes que no halla en el suelo. Así, la evolución la ha llevado a transformarse en una especie insectívora gracias a la cual los científicos podrán estudiar, además, la comunidad entomológica de esa región de América del Norte.
Precisamente, el estudio entomológico es "la otra pata de la mesa" de sus análisis, un estudio que la Darlingtonia californica les sirve en bandeja gracias a su alimentación. “Las plantas insectívoras desarrollan un sistema de sustancias pegajosas o agua con enzimas degradantes para su alimentación”. Así, el lirio cobra se vale de su atractivo aspecto para atraer a los insectos al interior de sus alargadas hojas, que se convierten en una cárcel para los pequeños animales, y donde posee un líquido que facilita su digestión.
Comunidad entomológica
Gracias al estudio de los restos de los insectos, los científicos podrán ahora establecer la comunidad entomológica de esta basta zona californiana, desde el nivel del mar a los 4.000 metros de algunos puntos de Sierra Nevada.
"Esta correspondencia es susceptible de ser cartografiada para obtener así posibles comparaciones con la fauna asociada a la vegetación climática mediterránea ibérica, teniendo en cuenta las peculiaridades propias de cada área", concluye sus explicaciones el profesor abulense.
El lirio cobra es único porque no atrapa el agua de lluvia en su jarra, sino que la regula dentro bombeando desde sus raíces o expulsándola, según convenga. Sus hojas no producen enzimas digestivas, ya que las células que absorben los alimentos son idénticas a las raíces del suelo, confiando en bacterias simbióticas. La flor es púrpura amarillenta y crece con una longitud similar al tallo. Además, tiene cinco sépalos de color verde que son más largos que los pétalos veteados de rojo.
El lirio cobra pertenece al género Darlingtonia de la familia Sarraceniaceae y recibe su nombre por la semejanza de sus hojas tubulares con la cabeza de una cobra alzada. Descubierta en 1841 por William Brackenridge, fue descrita por John Torrey, que le puso el nombre en honor al botánico William Darlington.