Un investigador del ejército de Estados Unidos ha inventado una aparato para adiestrar a los perros que detectan drogas, los protagonistas esta semana de nuestro #Cienciaalobestia. Se trata de un conjunto de tubos diminutos que dispersan diferentes cantidades de sustancias químicas, lo que permite entrenar mejor su capacidad para identificar el material.
En la actualidad, los perros que se emplean para la detección de componentes químicos se entrenan exponiéndolos a diferentes cantidades de sustancias para aumentar su capacidad de detectar el material.
Según Tom Hughes, investigador del Centro Químico Biológico del Ejército de Estados Unidos, este método actual genera sin embargo fallos porque no tiene en cuenta las diferencias en la dispersión de los compuestos, así como la posible contaminación con otros olores. Esto provoca que los entrenadores caninos a menudo desconozcan la verdadera cantidad de olor que están dándole a su perro.
Para solucionar este problema, el químico ha patentado una nueva herramienta de entrenamiento canino que dispersa las sustancias a través de una serie de tubos capilares de acero inoxidable, con diferentes longitudes y diámetros.
Los tubos esparcen una cantidad específica de olor en el aire. Comienzan con cantidades más altas para que el animal se acostumbre al olor, pero, luego, utilizando difusores más pequeños, emiten cada vez menos dosis para agudizar la sensibilidad del perro.
Ilustración de la herramienta. / Techlinkcenter
“Este dispositivo controla la cantidad de olor liberado, evitando la sobredosificación del perro”, asegura a Sinc el investigador. “Por ejemplo, una vez que un can puede detectar un tubo de 10 nanogramos por minuto, el entrenador puede comenzar a usar otro de 1 ng/min para mejorar su sensibilidad a la sustancia química”, explica.
El proceso de entrenamiento del animal puede monitorizarse para registrar las mejoras en la sensibilidad del perro. “Así, los entrenadores podrán evaluar a los perros para mejorar su éxito”, subraya Hughes.
El entrenamiento de perros para la detección de sustancias –como las drogas ilegales o los materiales para la fabricación de bombas–, ofrece grandes oportunidades comerciales y gubernamentales. Solo la Administración de Seguridad del Transporte despliega más de 900 equipos caninos.
El centro tecnológico estadounidense TechLink está actuando como intermediario para comercializar esta tecnología. Marti Elder, uno de sus gerentes, anima a las empresas a trabajar con Hughes con el objetivo de desarrollar aún más esta herramienta para cumplir con la normativa legal y otros fines comerciales.
“Esta patente representa un camino a seguir para mejorar la detección y prevención de amenazas tanto en el sector militar como en la aplicación de la ley. Hay algo bonito en un invento que simplifica una tarea tan compleja como entrenar perros de detección”, declara Elder.