El trabajo, realizado en modelos animales, constata que los compuestos que impiden la formación de nuevos vasos sanguíneos son efectivos al principio pero posteriormente promueven un aumento de la capacidad de invadir tejidos y de hacer metástasis. Según el estudio, que se publica en Cancer Cell, los tumores resisten a la restricción de sangre y nutrientes volviéndose más agresivos. La combinación de estos compuestos inhibidores de la angiogénesis con otros fármacos podría ofrecer el beneficio de los primeros sin desencadenar la subsiguiente invasión o metástasis
En los últimos años se ha desarrollado una nueva generación de compuestos contra el cáncer, denominados inhibidores de la angiogénesis, cuya función es impedir el suministro de sangre y nutrientes a las células cancerígenas. Con ello se pretende “matar de hambre” al tumor.
Estos fármacos son efectivos al principio, pero después promueven un crecimiento del cáncer más invasivo e incluso aumentan la probabilidad de metástasis, según ha visto en modelos animales un estudio que se ha publicado en el último número de la revista Cancer Cell. En la investigación, codirigida por Oriol Casanovas, del Instituto Catalán de Oncología-IDIBELL, también han participado Marta Páez y Francesc Viñals, del mismo equipo. El otro coautor es Douglas Hanahan, de la Universidad de California en San Francisco.
“La capacidad de los inhibidores de la angiogénesis para matar de hambre a los tumores ha supuesto una mejora en el tratamiento de ciertos cánceres, pero inevitablemente estos desarrollan alguna forma de resistencia para adaptarse a la terapia y seguir creciendo”, explica Oriol Casanovas
Resistencia al tratamiento
Los investigadores han estudiado el efecto de dos fármacos inhibidores de la angiogénesis –un anticuerpo bloqueante del receptor 2 de VEGF y un inhibidor químico llamado sunitinib- en ratones afectados de tumores neuroendocrinos pancreáticos y de tumores cerebrales de tipo glioblastoma multiforme.
En los dos modelos los tumores se reducían o estabilizaban pero no desaparecían durante las primeras semanas del tratamiento. Después de este beneficio inicial se detectaba una respuesta de adaptación del tumor a la terapia, donde los glioblastomas aumentaban su invasión en tejido normal adyacente, y los tumores neuroendocrinos además hacían metástasis al hígado.
“Hemos demostrado que cuando se impide la formación de vasos en ciertos tumores, éstos se adaptan e incrementan su capacidad invasiva -y en algunos casos también la metastásica- para resistir a la terapia”, añade Casanovas. En opinión de Hanahan, “un tumor bien vascularizado está alimentado y contento. No tiene necesidad de ser más agresivo. Nuestra hipótesis a partir de este estudio en modelos animales es que al cortar el suministro de sangre se impulsa al tumor a ser más invasivo para acceder al oxígeno y nutrientes que le faltan”.
Ensayos clínicos
Los resultados de este estudio coinciden con los obtenidos en varios ensayos clínicos: mientras que en ciertos tipos de cáncer los fármacos antiangiogénicos son efectivos y mejoran la supervivencia de los pacientes, a menudo sus efectos no perduran más allá de varios meses. Ahora el estudio publicado en Cancer Cell podría explicar el por qué.
Los resultados de otros ensayos clínicos demuestran que los glioblastomas humanos también se adaptan a los fármacos antiangiogénicos. En un estudio reciente, un grupo de pacientes desarrollaron posteriormente el tumor en distintas localizaciones.
Los científicos instan a nuevos estudios preclínicos y ensayos clínicos en los que se combinen los fármacos inhibidores de la angiogénesis con otros compuestos que bloqueen la capacidad de invasión y metástasis. Algunas estrategias de tratamiento que combinen los inhibidores de la angiogénesis con otros inhibidores químicos o con cierta quimioterapia podrían proporcionar el beneficio de los primeros sin desencadenar la subsiguiente invasión o metástasis.
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Referencia bibliográfica: Pàez-Ribes et al., Antiangiogenic Therapy Elicits Malignant Progression of Tumors to Increased Local Invasion and Distant Metastasis, Cancer Cell (2009), doi:10.1016/j.ccr.2009.01.027