Expertos internacionales han escrito una declaración con recomendaciones para realizar pruebas de niveles de testosterona. Respaldados por el Centro para el control y la prevención de enfermedades (CDC) y la Sociedad de Endocrinología estadounidense, solicitan una normalización mundial y afirman que hoy se comenten errores frecuentes en las pruebas de medición de la hormona que tanto se consume en el mundo del deporte de elite.
Las pruebas de testosterona en el ámbito de la atención al paciente y la investigación son cada vez más habituales, ya que en los últimos años se ha relacionado esta hormona con diferentes enfermedades. A pesar de que estas pruebas se realizan de forma segura, se han generalizado errores e imprecisiones en los valores obtenidos.
Para solucionar este problema, un grupo multidisciplinario de expertos convocado por la Sociedad de Endocrinología de EE UU y el Centro estadounidense para el control y la prevención de enfermedades ha hecho recomendaciones en una declaración de consenso que se publica hoy en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (JCEM).
Los ensayos de testosterona son pruebas que miden los niveles de testosterona y que, a su vez, se usan para diagnosticar y tratar a pacientes en relación con una serie de enfermedades. Entre estas enfermedades, destacan las testiculares o de la hipófisis en el hombre, que pueden resultar en la disfunción eréctil y en la disminución del apetito sexual; el síndrome de ovario poliquístico que puede causar trastornos menstruales y cuadros de infertilidad en las mujeres; y el desarrollo puberal temprano o tardío en niños.
“Esta declaración de consenso es fruto de la colaboración entre las sociedades profesionales, los laboratorios y los organismos de control”, comenta William Rosner, autor principal de la declaración, doctor en medicina y miembro de la Sociedad de Endocrinología.
Para mejorar la calidad de los próximos estudios y el propio sistema de salud pública el grup de expertos ha propuesto medidas estandarizadas para analizar el nivel de testosterona de forma precisa, fiable y comparable con el paso del tiempo.
Recomendaciones de la declaración
“Las recomendaciones de esta declaración de consenso hacen hincapié en la necesidad de que las comunidades médicas y del sector desempeñen el papel que les corresponda en mejorar la calidad de los ensayos de testosterona”, comenta Rosner.
A modo de lobby se ha creado Coalition for Quality Testing, una asociación para promover la calidad de las pruebas compuesta por asociaciones de química orgánica, de endocrinología, urología, ginecología, y organizaciones interesadas. Esta asociación se ha formado para abordar los criterios de rendimiento, desarrollar protocolos e informar a empresas, entidades de financiación, asociaciones y medios de comunicación.
La testosterona no es la hormona masculina
Todas personas producimos esta hormona, que en realidad es una prohormona, ya que para realizar su acción fisiológica o farmacológica debe reducirse en posición 5-alfa-dihidrotestosterona, que es la hormona activa. Los hombres producen más cantidad a través de los testículos. La producción de esta hormona desarrolla músculos y cumple importantes funciones en la regulación del humor del apetito sexual y de la sensación de bienestar.
El consumo de testosterona no está solo ligado a los procesos de transición que viven las personas transsexuales y transgénero. Lejos de un estatuto mítico sexual, esta hormona se consume mucho entre deportistas, por ejemplo. Algunos ejemplos cercanos hechos escándalo público son los casos del ciclista español Alberto Corredor o del discóbolo David Martínez, que en 1992 dio positivo por exceso de testosterona unos días antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona. El caso más reciente, el del ciclista estadounidense Kirk O'Bee, al que ayer sancionó de por vida la Agencia estadounidense Antidopaje (USADA).
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Referencia bibliográfica:
A.VV. Toward Excellence in Testosterone Testing; A Consensus Statement (Buscando la excelencia en las pruebas de testosterona; una declaración de consenso), JCEM, octubre de 2010.
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