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El estudio se ha publicado en ‘The Southwestern Naturalist’

Observan por primera vez en 100 años a un jaguar en el centro de México

El jaguar (Panthera onca) se ha convertido en las últimas décadas en un animal en peligro de extinción debido a la fragmentación y deterioro de su hábitat, a la caza y al tráfico ilegal de especies. Su vulnerabilidad ha hecho que no se observaran ejemplares en el centro de México desde principios del siglo XX, pero científicos mexicanos y españoles han logrado ahora fotografiar a un jaguar macho en esta zona.

Una de las tres fotografías del jaguar tomadas durante la investigación en el centro de México. Foto: Octavio Monroy-Vilchis et al / SINC.

La ausencia de registro publicado sobre el jaguar (Panthera onca) en el Estado de México y las dudas de que este animal se hubiera extinguido en los bosques de la Reserva Natural de Sierra Nanchititla (de 674,10 km2) hicieron que investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y de la Universidad de Alicante (UA) busquen y monitoreen con éxito este felino.

La investigación mexicano-española, que se ha publicado recientemente en The Southwestern Naturalist, recoge el primer registro documentado de Panthera Onca en el centro de México, dentro de la cuenca del río Balsas. “Las fotografías aportan información sobre nuevos sitios de registro y permiten deducir que la zona de observación posiblemente sea un sitio de conexión entre poblaciones de jaguar”, declara a SINC Octavio Monroy-Vilchis, autor principal e investigador de la UAEM.

De octubre 2002 a diciembre 2004, los investigadores realizaron 86 entrevistas a habitantes de poblaciones cercanas al área de estudio, colectaron excrementos de felinos e instalaron sistemas automáticos de detección fotográfica.

“A pesar de que las entrevistas no mencionaron el avistamiento de jaguares, obtuvimos tres fotografías de un macho y diez de los 132 excrementos hallados se atribuyeron al jaguar”, explica Monroy-Vilchis.

Según representantes de la Sociedad de Conservación de la Vida Salvaje, la región general de la cuenca del río Balsas es un área prioritaria para comprobar la presencia de jaguares, ya que “podría representar un corredor para su dispersión”.

Los expertos mantienen que existen 15 zonas en las que se desconoce la existencia de estos animales, si sus poblaciones son estables, y si el hábitat es adecuado. Estas áreas son importantes para los estudios científicos, pues podrían incluir zonas cruciales para la supervivencia a largo plazo de estos felinos.

El hábitat del jaguar, un territorio limitado

El seguimiento del felino más grande de América en el centro de México supuso para los científicos mexicanos un viaje de 1.360 kilómetros en busca de pistas y huellas. Los investigadores españoles financiaron y analizaron los datos recogidos por las cámaras que colocaron en la Reserva Natural, en total unos 1.800 acontecimientos.

De todo el material, sólo tres fotografías depositadas en la colección de imágenes de mamíferos de la Estación Biológica Sierra Nanchititla (UAEM) mostraban un ejemplar macho.

A pesar de las fotografías tomadas, los investigadores no lograron ver al animal. “La ausencia de evidencias refleja que el jaguar es más elusivo que otros felinos y que su presencia en esta área es esporádica, posiblemente porque tiene más recursos cerca de Michoacán y Guerrero”, señala Monroy-Vilchis.

El registro de este individuo y la presencia de excrementos en diversos lugares del suroeste del Estado de México extienden su distribución a 400 km al suroeste de Arroyo Seco (Querétano), a 27 km al noroeste de Purísima de Arista, y a 140 km al norte de Puerto del Gallo (Guerrero).

Según los científicos, la altitud de 1.845 metros a la que se fotografió al animal “apoya la idea de que los jaguares viajan a lo largo de la ladera de las montañas porque su hábitat está fragmentado por la caza y otras actividades humanas”, concluye el científico.

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Referencia bibliográfica:

Monroy-Vilchis, O; Sánchez, O; Aguilera-Reyes, U; Suárez, P; Urios, V. “Jaguar (Panthera onca) in the State of Mexico” Southwestern Naturalist, 53(4): 533-537 diciembre de 2008.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

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