La primera ronda de negociaciones sobre cambio climático desde la Cumbre del Clima de Copenhague (Dinamarca) en diciembre 2009 ha concluido ayer en Bonn (Alemania) con la voluntad de intensificar “con optimismo” la agenda de negociación y lograr resultados en la cumbre de México que se celebrará a finales de año.
Además de las sesiones programadas para 2010, los gobiernos de los 175 países participantes en las reuniones de Bonn del 9 al 11 de abril han decidido celebrar dos sesiones adicionales de una semana de duración cada una. Estas sesiones tendrán lugar del 31 de mayo al 11 de junio de 2010. La Cumbre del Clima se celebrará este año en Cancún (México) del 29 de noviembre al 10 de diciembre de 2010.
“En este encuentro de Bonn, he visto de forma general un fuerte deseo de progresar. Sin embargo, a pesar de que es importante tener más reuniones, no es una receta para el éxito”, ha señalado Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
De Boer ha expresado, a pesar de todo, su optimismo acerca de lograr un acuerdo vinculante para reducir las emisiones de CO2. En el encuentro de Bonn, que ha reunido a más de 1.700 delegados, se ha mostrado la voluntad de los países de alcanzar en Cancún un acuerdo final.
Hacia la cumbre de México
“Necesitamos decidir lo que se puede acordar a finales de año”, ha asegurado el secretario ejecutivo. Los negociadores deben enfrentarse a los temas que pueden concluirse en la Cumbre del Clima de México, los temas en los que sigue habiendo diferencias entre los países, y en los que los gobiernos están lejos del acuerdo.
“La cumber de Cancún debe hacer lo que en Copenhague no se consiguió: finalizar una arquitectura que funcione para la implementación que lanza a la acción global en temas climáticos, sobre todo en países en vías de desarrollo”, ha manifestado De Boer.
Para ello, el secretario ejecutivo especifica que los negociadores deberán concluir los objetivos y las acciones de mitigación este año, un paquete de adaptación, un nuevo mecanismo tecnológico, planes financieros, maneras de tratar la deforestación, y un marco para construir estas capacidades. Para ello, es necesaria una “orientación política”.