La bioquímica española Margarita Salas ha fallecido hoy a los 80 años, tras toda una vida dedicada a la biología molecular. La que fuera discípula de Severo Ochoa nunca dejó de investigar. Despedimos a una de las mayores figuras de la ciencia española.
La investigadora Margarita Salas, una de las mayores científicas españolas del siglo XX, ha fallecido hoy en Madrid a los 80 años. Licenciada en Ciencias Químicas, fue discípula de Severo Ochoa, con quien trabajó en Nueva York, tras hacerlo con Alberto Sols en Madrid.
Junto con su marido, el también científico Eladio Viñuela, se encargó de impulsar la investigación española en el campo de la bioquímica y de la biología molecular dentro y fuera de nuestras fronteras.
En la actualidad, Salas seguía trabajando en su laboratorio del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa como profesora ad honorem. De hecho, el pasado junio recibió en Viena el premio al Inventor del año 2019, entregado por la Oficina Europea de Patentes, en dos categorías: logro de una vida y voto popular. Fue un doblete nunca antes visto en los 14 años de historia del galardón.
“El hecho de que a partir de una investigación básica, que es la que yo siempre he hecho, salga una aplicación biotecnológica de tanta importancia, es muy gratificante”, explicó entonces.
Entre los logros de su carrera, se encuentra el descubrimiento de la ADN polimerasa del virus bacteriófago phi29, que tiene una aplicación crucial en biotecnología: permite amplificar el ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Esta tecnología ha sido una de las patentes más rentables del CSIC.
“Esta polimerasa se usa en todo el mundo y se aplica en análisis genético, forense y paleontológico, entre otros”, indicó Salas, tras recoger el premio. “Cuando uno tiene cantidades pequeñas de ADN, como un pelo hallado en un crimen o unos restos arqueológicos, esta ADN polimerasa amplifica millones de veces el ADN para poder ser analizado, secuenciado y estudiado”, añadió.
En una entrevista publicada el año pasado en Sinc, Salas hablaba de su interés en seguir trabajando en el laboratorio y nos confesaba su sueño para la ciencia española: “Dinero. Ahora mismo es un desastre, y el dinero es la mejor forma de demostrar que se valora la ciencia”.
Margarita Salas siempre rechazó la comparación con Marie Curie. La casualidad ha querido que haya fallecido el mismo día del nacimiento de la científica polaca. “Yo creo que no hace falta ser un genio para ser buena científica. Yo me considero una persona absolutamente normal”.
Salas fundó el primer grupo de investigación en genética molecular de España en 1967 y, a lo largo de su carrera, recibió numerosos premios internacionales y nacionales, entre los que se encuentran la Medalla Mendel, el Premio Rey Jaime I, el Premio Nacional Ramón y Cajal, el Premio L’Oreal UNESCO y la Medalla Echegaray.
Además, fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y miembro de la Real Academia Española, donde ocupó el sillón i.
“No debe haber jubilación para un científico. Si quiere, que se retire, pero si no quiere y está en buenas condiciones, ¿para qué? Tiene toda la experiencia que dan los años y puede producir mucho”. Margarita Salas ha muerto como siempre quiso vivir, en plena actividad investigadora.