Estos animales domésticos pueden contagiarse emocionalmente del aroma asociado con la ansiedad humana, lo que les lleva a tomar decisiones negativas y podría ser una forma de conservar energía y evitar decepciones, según un experimento realizado por investigadores británicos.
Una investigación liderada por la Universidad de Bristol (Reino Unido) y publicada en Scientific Reports, muestra cómo los olores relacionados con el estrés humano influyen en el aprendizaje y el estado emocional de los perros, llevando a estos animales a tomar decisiones más "pesimistas".
En los seres humanos se ha demostrado que el olor de una persona estresada afecta subconscientemente a las emociones y decisiones de los demás. Los investigadores de la Facultad de Veterinaria de Bristol querían averiguar si los perros también experimentan cambios en su aprendizaje y estado emocional en respuesta a olores humanos de estrés o relajación.
El equipo utilizó una prueba de 'optimismo' o 'pesimismo' en animales, que se basa en los hallazgos de que las elecciones optimistas o pesimistas de las personas apuntan a emociones positivas o negativas, respectivamente.
Los investigadores reclutaron a 18 parejas perro-propietario para participar en una serie de pruebas con diferentes olores humanos. Durante los test, se entrenó a los perros para que supieran que cuando un cuenco de comida se colocaba en un lugar, contenía una golosina, pero cuando se colocaba en otro lugar, estaba vacío.
“Los perros (de diversas razas) fueron expuestos al olor durante unos 20 segundos antes de cada prueba –un periodo que consideramos suficiente para influir en sus respuestas–, un total de 26 veces en la sesión, que duró entre 40 y 60 minutos”, explica a SINC la autora principal, Zoe Parr-Cortes, estudiante de doctorado de la Facultad de Veterinaria de Bristol.
Una vez que el perro aprendía la diferencia entre las ubicaciones de los cuencos, se acercaba más rápido al lugar con la golosina que al lugar vacío. A continuación, los investigadores comprobaron la rapidez con la que el perro se acercaba a nuevos recipientes 'ambiguos' situados entre los otros dos.
Una aproximación rápida reflejaba 'optimismo' sobre la presencia de comida en estos lugares ambiguos -un marcador de un estado emocional positivo-, mientras que una aproximación lenta indicaba 'pesimismo' y emoción negativa. Estos ensayos se repitieron mientras cada perro se exponía a muestras de sudor y aliento de humanos en estado de estrés (mediante una prueba aritmética) o relajación (con escucha de paisajes sonoros).
Freddie se acerca al cuenco situado en uno de los lugares ambiguos a medio camino entre los dos lugares entrenados para comprobar si hay una golosina en su interior. / Universidad de Bristol
Los investigadores descubrieron así que el olor a estrés hacía que los perros tardaran más en acercarse al lugar ambiguo del cuenco más próximo al sitio entrenado del cuenco vacío. Este efecto no se observó con el olor del estado relajado.
Estos resultados sugieren que el olor a estrés puede haber aumentado las expectativas de los perros de que esta nueva ubicación no contenía comida, similar a la ubicación cercana del cuenco vacío. Los autores indican que esta respuesta 'pesimista' refleja un estado emocional negativo y podría ser una forma de conservar energía y evitar decepciones.
Nicola Rooney, profesora titular de Fauna Salvaje y Conservación en la Facultad de Veterinaria de Bristol y autora principal del trabajo, explica: "Entender cómo afecta el estrés humano al bienestar de los perros es importante para los animales de las perreras, así como para adiestrar perros de compañía y perros de trabajo”.
El estudio demuestra que incluso el olor de un ser humano estresado y desconocido afecta al estado emocional del perro, a su percepción de las recompensas y a su capacidad de aprendizaje
Los dueños de perros saben que sus mascotas están en sintonía con sus emociones, pero “aquí demostramos que incluso el olor de un ser humano estresado y desconocido afecta al estado emocional del perro, a su percepción de las recompensas y a su capacidad de aprendizaje”, indica Parr-Cortes.
El equipo también descubrió que los perros seguían perfeccionando su aprendizaje sobre la presencia o ausencia de comida en los dos lugares del cuenco entrenados y que mejoraban más rápidamente cuando estaba presente el olor del estrés.
Freddie se acerca al cuenco colocado en uno de los dos lugares de entrenamiento para comprobar si hay una golosina en su interior. / Universidad de Bristol
Una posible explicación “es que el estrés agudo se enfoque en los detalles más 'importantes' (donde está el cuenco de las golosinas) e ignorar los irrelevantes (los recipientes vacíos); sin embargo, conviene recordar que el estrés crónico puede afectar negativamente al aprendizaje”, advierte la autora del artículo.
El estudio demuestra que una persona estresada cerca de un perro puede afectar al modo en que los perros aprenden y responden al adiestramiento. “Los adiestradores de perros de trabajo suelen describir el estrés como algo que viaja por la correa, pero nosotros hemos demostrado que también puede viajar por el aire”, concluye Parr-Cortes.
En un futuro esperan poder evaluar el efecto del olor de la felicidad o la relajación profunda en estos animales, así como estudiar las posibles diferencias de las muestras de olor utilizadas mediante el análisis de compuestos orgánicos volátiles.
Referencia:
Z. Parr-Cortes et al. "The odour of an unfamiliar stressed or relaxed person affects dogs’ responses to a cognitive bias test". Scientific Reports, 2024