Dos estudios publicados esta semana en la revista Science muestran, en moscas de la fruta, que cuando se mueren de hambre sus cerebros bloquean la formación de recuerdos negativos a largo plazo, a la vez que mejoran la producción de recuerdos placenteros.
Cuando la energía es escasa y la supervivencia está amenazada, el cerebro tiene prioridad sobre los demás órganos y desactiva todas sus funciones con el fin de ahorrar recursos.
Ahora, dos nuevos estudios realizados en moscas de la fruta muestran que, cuando estos insectos se mueren de hambre, sus cerebros bloquean la formación de recuerdos a largo plazo de eventos negativos o que requieren un aprendizaje repetitivo.
Al mismo tiempo, mejora la producción de recuerdos placenteros a largo plazo, que pueden formarse incluso después de una sola exposición.
En el primero de los trabajos, liderado por Pierre-Yves Plaçais y Preat Thomas, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia, han estudiado cómo los cerebros de las moscas hacen frente a una severa limitación de recursos.
Los autores encontraron que sus cerebros desconectan específicamente la formación de memoria a largo plazo de recuerdos negativos, que depende de la síntesis de proteínas energéticamente más costosas.
Por otra parte, un estudio independiente, liderado por Minoru Saitoe, del Institute of Medical Science de Tokio (Igakuken), centrado en una privación de alimentos más liviana, demuestra que, en realidad, un ligero ayuno aumenta la formación de memoria a largo plazo de recuerdos tanto negativos como placenteros.
Sin embargo, cuando las moscas de la fruta iban quedando más y más privadas de alimento, su capacidad para formar memoria negativa disminuía, mientras que la formación de recuerdos placenteros seguía aumentando.
“Encontramos que las moscas hambrientas recuerdan mejor que las moscas saciadas, porque ese estado hambriento les hace estar listas para iniciar la expresión de los genes necesarios en la formación de la memoria a largo plazo”, explica a SINC Saitoe.
Una ventaja evolutiva
Los investigadores asiáticos también han descubierto que las moscas saciadas y las hambrientas utilizan diferentes mecanismos para formar la memoria a largo plazo.
“Mientras que las saciadas emplean un factor de transcripción CBP, las moscas hambrientas emplean otro factor, CRTC”, apunta Saitoe. “En general, el cerebro puede cambiar plásticamente su estrategia para producir recuerdos en función del estado fisiológico del organismo”.
Es más, según los autores, este descubrimiento tiene un gran sentido evolutivo ya que la memoria puede otorgar a un organismo la ventaja en la competencia por los recursos limitados. Así, para el individuo que está más hambriento, será más importante buscar alimentos incluso si pudiera peligrar su seguridad.
Referencias bibliográficas:
P-Y. Plaçais; T. Preat. "To Favor Survival Under Food Shortage, the Brain Disables Costly Memory". Science, 25 de enero de 2013.
Y. Hirano; T. Masuda; S. Naganos; M. Matsuno; K. Ueno; T. Miyashita; M. Saitoe; J. Horiuchi. "Fasting Launches CRTC to Facilitate Long-Term Memory Formation in Drosophila". Science, 25 de enero de 2013.
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