A los doce meses los humanos ya han desarrollado una capacidad de raciocinio que se fundamenta en el razonamiento puro, al margen de la experiencia previa. Así se demuestra en un trabajo coordinado por Luca Bonatti, investigador de la Universidad Pompeu Fabra, basado en experimentos con niños en edad preverbal. Ante una serie de objetos en movimiento, los bebés elaboraron expectativas concretas sobre su evolución.
Los seres humanos hacemos predicciones sobre el futuro compilando diferentes fuentes de información, guiados por el conocimiento abstracto, y elaborando posibles expectativas sobre las nuevas situaciones que se nos presentan. Es decir, en los humanos, ante una nueva situación, son primordiales las predicciones racionales más que las basadas en la mera experiencia.
Un bebé observa los objetos en movimiento durante el experimento. imagen: UPF
Esta capacidad humana de raciocinio extremadamente rica, poderosa y coherente ya se manifiesta en la infancia, según las conclusiones de un estudio coordinado por Luca Bonatti, investigador ICREA del Grupo de Investigación Reasoning and Infant Cognition (RICO), de la Unidad de Cognición y Cerebro del Departamento de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de la Universidad Pompeu Fabra, y que se publicará el 27 de mayo en la portada de Science.
Luca Bonatti ha coordinado un equipo internacional integrado por investigadores del Centro de Desarrollo Cognitivo y de la Academia de Ciencias de Budapest (Hungría), del MIT y de la Universidad de California (EE UU), de la Universidad de Venecia (Italia) y del CNRS de la Universidad de Aix-Marseille (Francia).
Elaboran expectativas aunque no tengan experiencia previa
En su trabajo, los autores han demostrado que ante una variedad de estímulos complejos, los bebés adoptan un comportamiento preciso y racional, una capacidad que han denominado como “razonamiento puro”.
El objetivo del estudio ha sido demostrar cuáles son las bases del razonamiento puro identificado en los bebés. La capacidad racional de los niños se evalúa, generalmente, midiendo el tiempo de respuesta a un determinado estímulo visual que actúa como indicador de sorpresa y novedad.
En el niño, el estímulo visual le despierta una mayor atención cuanto más alejado está de sus expectativas según su experiencia previa, o cuanto más sorprendente es el estímulo concreto para él. Esta respuesta al estímulo es la que se ha analizado en un conjunto de experiencias diseñadas a tal fin. Los datos obtenidos han constituido la base analítica sobre la que se han extraído los resultados de este relevante estudio.
El estudio se ha llevado a cabo en bebés de doce meses de edad que aún no han desarrollado la capacidad del habla, o sea, en situación preverbal, y ha constatado que cuando a los bebés se les muestran diferentes objetos complejos en movimiento, los niños elaboran expectativas precisas sobre el comportamiento de estos mismos objetos en su futuro inmediato.
En el experimento, a los bebés se les muestran escenas similares a un bombo de la lotería, con diferentes objetos moviéndose en el interior y uno de ellos saliendo después de períodos variables de oclusión. Las escenas contenían tanto información probabilística sobre qué objeto era probable que saliera a continuación, como información dinámica sobre el movimiento de objetos.
Los bebés lo hacen sin haber tenido ninguna experiencia similar previa en el pasado, integrando diferentes fuentes de información de una manera óptima y aplicándola en el lugar preciso. El comportamiento racional que desarrollan frente a estímulos variables y múltiples se puede precisar y se ha comprobado que sigue una función estocástica de tipo bayesiano.
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Referencia bibliográfica:
Ernö Téglás, Edward Vul, Vittorio Girotto, Michel Gonzalez, Joshua B. Tenenbaum, Luca L. Bonatti, (2011), “Pure reasoning in 12-months-olds as probabilistic inference”. Science, 27/5/2011.
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