Investigadores españoles han realizado un muestreo completo de más de 50 praderas de Posidonia oceánica del archipiélago balear. El análisis químico de los tallos de las plantas marinas ha permitido identificar las fuentes de metales naturales y antropogénicas de los últimos 30 años en el Mediterráneo. Este estudio revela que las praderas son una herramienta alternativa para el estudio de las condiciones ambientales del pasado para estudiar el cambio climático.
“Posidonia oceánica es capaz de actuar como trazador ambiental y reflejar diferentes grados de contaminación local y regional”, señala a SINC Antonio Tovar-Sánchez, autor principal e investigador en el departamento de Investigación del Cambio Global en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (CSIC-UIB).
El análisis de las concentraciones de metales en Posidonia oceanica que se ha publicado en el Journal of Geophysical Research-Biogeosciences ha permitido obtener un registro temporal de cambios ambientales históricos a gran escala, como los eventos de deposiciones atmosféricas, cada vez más frecuentes en el Mediterráneo occidental como consecuencia del calentamiento global.
Según los investigadores, las praderas de Posidonia se convierten en “una herramienta para el estudio de condiciones ambientales pasadas, esenciales para las estrategias de gestión medioambiental y para el estudio del cambio climático”, pues durante el crecimiento de las plantas, los metales (tanto los nutritivos como los tóxicos) quedan almacenados en sus tejidos.
La huella de los metales en las aguas de Mallorca
Los científicos recogieron muestras de más de 50 praderas de Posidonia distribuidas a lo largo del archipiélago balear. Realizaron el análisis químico de los rizomas (tallos subterráneos) para identificar los metales que han llegado al Mediterráneo en los últimos 30 años y cuyos rastros han quedado registrados en estas plantas submarinas.
Las mayores concentraciones fueron las de aluminio, cadmio, cromo, cobre, plomo, y zinc en la isla de Mallorca. El estudio demuestra que hubo una reducción en las concentraciones de plata a lo largo del tiempo (más del 80% de 1990 a 2005 en Mallorca), atribuida a la disminución de las fuentes antropogénicas.
Las concentraciones de níquel y zinc fueron los únicos elementos que han aumentado desde 1996 en todas las estaciones. “Esto coincide con la carga de partículas atmosféricas en el aire de todo el Mediterráneo”, explican los científicos. Los acontecimientos atmosféricos también serían responsables.
Posidonia oceánica es una planta muy longeva cuyos tallos pueden vivir hasta varias décadas en el fondo marino y formar praderas milenarias. Tiene estructuras vasculares rígidas y su distribución abarca más de 50.000 km2 a lo largo y ancho Mediterráneo. Estas características la convierten en “buena” indicadora de calidad ambiental, tanto de tiempos pasados como presentes.
Las praderas de Posidonia desempeñan un papel ecológico y biológico fundamental en el Mediterráneo: “Albergan una gran diversidad biológica, sirven de alimento y proporcionan refugio a numerosas especies marinas, producen oxigeno, secuestran CO2 y además protegen las costas de la erosión actuando como barreras naturales”, apunta Tovar-Sánchez. Las praderas de Posidonia están legalmente protegidas por legislaciones nacionales y europeas.
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Referencia bibliográfica:
Tovar-Sánchez, Antonio; Seron, Juan; Marba, Nuria; Arrieta, Jesús M.; Duarte, Carlos M. “Long-term records of trace metal content of western Mediterranean seagrass (Posidonia oceanica) meadows: Natural and anthropogenic contributions” Journal of Geophysical Research-Biogeosciences 115: G02006, 24 de abril de 2010. doi:10.1029/2009JG001076
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