Gracias a su labor de ‘detectives’, las lombrices de tierra ayudan a los científicos a identificar qué tipo de contaminantes están presentes en los suelos. Por esta razón, han permitido a investigadores europeos a elaborar una imagen detallada de cómo las sustancias tóxicas y los metales de los suelos interaccionan con los organismos vivos, demostrando los efectos que tienen estas toxinas sobre sus genes.
Investigadores de las Universidades de Cardiff y Edimburgo, del Imperial College London y del Centro de Ecología e Hidrología (CEH) han utilizado un método de toxicología de sistemas para comprender el impacto de cuatro contaminantes sobre las lombrices (Lumbricus rubellus) y lo han combinado con las tecnologías utilizadas, en general, de forma aislada.
El resultado, publicado en dos artículos de investigación complementarios de BioMed Central, BMC Biology y BMC Genomics, es una herramienta potente para comprender cómo los organismos ecológicamente importantes, como la lombriz, responden a contaminantes, abriendo también la posibilidad de desarrollar nuevas estrategias de control y restauración biológica más eficaces.
“La lombriz de tierra es muy utilizada como organismo modelo para el análisis de los suelos, pero los ensayos de laboratorio convencionales no revelan cómo se comportan los contaminantes en el sistema genómico ni cómo se adapta el sistema para combatirlos. Aunque el genoma de la lombriz no se ha secuenciado todavía, hemos podido crear un conjunto de datos que señala la secuencia expresada en su totalidad, lo que nos permite el desarrollo de herramientas que sacan al ruedo de la genómica a la lombriz y que permiten detectar la contaminación del suelo de modo similar a como actúa un canario en una mina de carbón”, ha señalado el Dr. Peter Kille de la Universidad de Cardiff que ha dirigido al equipo de investigación.
Utilizando un biochip (un sistema que permite la medida de miles de genes con una única muestra) de 8.000 elementos, los investigadores han analizado los efectos del cobre, el cadmio, el hidrocarburo poliaromático fluoroanteno y el agroquímico atrazina. Los ensayos han revelado cambios sutiles, inducidos por las toxinas, en los patrones de expresión genética de las lombrices. Los efectos de la exposición al cobre, en particular, han identificado los cambios genéticos y metabólicos, así como el deterioro masivo en la salud física de las lombrices.
Kille ha explicado que “la investigación nos ayuda a comprender cómo, durante millones de años la lombriz ha desarrollado mecanismos adaptativos para adecuarse a la contaminación de los suelos a través de respuestas genéticamente programadas”. Ofrece también pistas importantes para saber cómo los seres humanos reaccionarán o se adaptarán a la exposición a sustancias químicas, ya que compartimos vías genéticas comunes con las lombrices de tierra.