En su próximo encuentro anual, los científicos de la Asociación Americana para la Investigación en Cáncer (American Association for Cancer Research, AACR) presentan esta semana varios estudios epidemiológicos y de observación que muestran desigualdades sociales en el diagnóstico y tratamientos del cáncer.
Para Amelie G. Ramírez, doctora en salud pública y directora del Institute for Health Promotion Research del Health Science Center en la Universidad de Tejas (EE UU), “a medida que la población latina envejezca, vamos a ser testigos de que la disparidad en conocimientos y resultados llegará a explotar”.
La población latina representa un 13% de la población total de EE UU, y para el año 2050, uno de cada tres individuos será latino, según la investigadora. Ramírez imparte hoy la V Lección magistral, con su ponencia "Networks in Action for Latino Cancer Research" (Redes en acción para la investigación del cáncer en la población latina). Hoy la tasa de cáncer de mama entre las latinas es menor que la de la población general, pero los diagnósticos se producen a edades más tempranas y en una fase más avanzada.
“Debemos nivelar el campo de juego para proporcionar a esta población una mejor evaluación de modo que la detección se produzca lo antes posible y para mejorar su acceso a una atención sanitaria de calidad”, afirma la científica. En este contexto, la AACR ha querido resaltar en su 101 encuentro varias investigaciones relacionadas con factores socioeconómicos:
Tratamiento del cáncer de mama en EE UU
La discriminación étnica también podría desempeñar un papel más importante de lo que se pensaba a la hora de tener diagnosticar y tratar el cáncer de mama. En EE UU, las demoras de diagnóstico dependen de la cobertura de un seguro médico privado y el tratamiento suele tener un periodo de 12 años.
Heather Hoffman, coautora del estudio e investigadora en la School of Public Health and Health Services de la Universidad George Washington afirma: “Creíamos que tener seguro médico igualaría la situación, que las mujeres negras con seguro deberían recibir una valoración con la misma rapidez que las mujeres blancas aseguradas, pero nuestro estudio ha demostrado que no es así”.
El equipo realizó un estudio de cohortes retrospectivo de 581 mujeres con cáncer de mama. Las pacientes fueron examinadas entre 1997 y 2000 en siete hospitales y clínicas de Washington, D.C.
El tiempo de demora del diagnóstico se definió como “el número de días transcurridos desde la detección de la anormalidad hasta el diagnóstico”, y el tiempo de demora del tratamiento se definió como “el número de días transcurridos desde el diagnóstico hasta el inicio del tratamiento”.
De acuerdo con la investigadora estadounidense, las mujeres negras y blancas sin seguro esperaban más del doble de tiempo para obtener un diagnóstico definitivo que las mujeres blancas con seguro; la falta de seguro médico retrasaba el diagnóstico de las mujeres blancas, pero tener seguro no agilizaba el diagnóstico de las mujeres negras. Además, las mujeres negras esperaban más del doble de tiempo que las mujeres blancas para iniciar el tratamiento tras el diagnóstico definitivo.
A tenor de los resultados de este estudio, “las mujeres negras deberían ser el centro de los esfuerzos de la difusión de la detección del cáncer de mama y del seguimiento, ya que son las que sufren mayores demoras en el diagnóstico y el tratamiento en comparación con las mujeres blancas, independientemente de si tienen seguro o no. Debemos determinar cuáles son las barreras a las que se enfrentan las mujeres negras sin seguro y a todas las mujeres sin seguro en general”.
Entre Estados Unidos y Méjico
Las mujeres latinas que residen a uno u otro lado de la frontera entre Estados Unidos y Méjico presentan muchas diferencias en cuanto a la detección del cáncer de mama. Matthew P. Banegas, investigador en el Cancer Research Center de Seattle y su equipo entrevistaron a 265 mujeres, de las cuales 128 eran mejicanas y 137 latinas residentes en Estados Unidos.
En EE UU, tienen un índice relativamente alto de acceso a pruebas de detección, como mamografías o exámenes clínicos de las mamas, pero sus conocimientos sobre estas prácticas son relativamente bajos. En Méjico los conocimientos sobre la importancia de estos procedimientos son altos, pero los índices reales de utilización son bajos.
Según Banegas, “esto demuestra que el Gobierno mejicano y las organizaciones no gubernamentales que actúan en Méjico están logrando transmitir a las mujeres la información sobre estos procedimientos, pero no existen las infraestructuras para poder llevarlos a cabo”.
Tabaco en Guatemala
El grupo de investigación de Barnoya midió los niveles de nicotina en el aire seis meses más tarde de la la prohibición de fumar en Guatemala, que entró en vigor en febrero de 2009, y los comparó con los niveles registrados dos años antes.
Para Joaquín Barnoya, coautor del estudio, investigador ayudante de cirugía en la Universidad de Washington y director de investigación del Instituto Cardiovascular de Guatemala, “los niveles han bajado, pero lo que queremos ver es que los niveles se reducen a cero. Si está prohibido fumar, no se debería fumar”.
Seis meses después de iniciarse la prohibición, casi todos los bares todavía presentaban niveles medibles de nicotina. No obstante, los niveles medios habían descendido a 0,33 mg/m3 (un 87% menos). Entre los restaurantes, el 24% no contenía niveles detectables de nicotina. La mediana de restaurantes que seguían registrando niveles de nicotina fue de 0,03 mg/m3 (una reducción del 94%). “Este estudio nos ayuda a ver que la prohibición de fumar, lejos de ser una simple reacción a la opinión del público, consigue resultados respaldados con datos. Con un mayor compromiso y cumplimiento, veríamos cómo los niveles de nicotina caerían a cero”, señala Barnoya.
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