Las desconocidas formas de caminar de los gorilas de montaña

Los gorilas de montaña se desplazan apoyando las manos en el suelo de formas muy diversas y no solo con los nudillos, como se creía hasta ahora. Un nuevo estudio internacional demuestra que el 40% de los grandes simios estudiados presentaban posturas diferentes de apoyo, algunas nunca observadas anteriormente en gorilas. El hallazgo pone en cuestión el modelo actual de evolución del bipedismo en los homininos.


Macho de espalda plateada en el parque de Biwindi
Macho de espalda plateada en el parque de Biwindi. / Sergio Almécija

Tradicionalmente se había considerado que los gorilas, chimpancés y bonobos, al desplazarse por tierra, lo hacían apoyando los nudillos de las extremidades anteriores contra el suelo. Esta forma de moverse –conocida como knuckle-walk en inglés– permitiría a estos primates de dedos largos desplazarse eficientemente cuando bajan de los árboles y habría sido un paso intermedio hacia el bipedismo que presentan los humanos actuales, donde las manos ya no tienen ninguna función locomotora.

Ahora, el estudio publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology documenta un repertorio mucho más amplio en la forma de apoyar las manos sobre el suelo de los gorilas de montaña. Para este estudio, los investigadores analizaron imágenes en vídeo de 77 ejemplares que viven en los parques africanos de Biwindi Impenetrable National Park (Uganda) y Volcanoes National Park (Ruanda).

El análisis de las imágenes reveló que, más allá del knuckle-walk, alrededor del 40% de los animales utilizaban también otras posturas cuando se desplazaban, algunas de las cuales nunca habían sido descritas.

“Hemos visto que los animales no ponían los nudillos en contacto con el suelo en aproximadamente un 15% de los pasos que hacían”, explica Sergio Almécija, uno de los autore principales del trabajo e investigador asociado a la George Whashington University y al Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP).

La existencia de un repertorio complejo de posturas de las manos altera las interpretaciones actuales de la locomoción los grandes antropomorfos africanos

El equipo de científicos, también liderado por Nathan E. Thompson del NYIT College of Osteopathic Medicine, observaron que a menudo apoyaban las palmas o el dorso de la mano y las muñecas. “Aunque ya se habían descrito algunas de estas posturas, no deja de ser curioso que nadie hubiera cuantificado con qué frecuencia suceden”, comenta el investigador del ICP.

Entender la evolución del bipedismo en los homininos

Teniendo en cuenta que el knuckle-walk es considerado por muchos investigadores como una especie de estado intermedio entre el desplazamiento cuadrúpedo y el bipedismo, la existencia de un repertorio complejo de posturas de las manos altera las interpretaciones actuales de la locomoción los grandes antropomorfos africanos y su papel en la aparición del bipedismo humano.

Basándose en estos resultados, los autores del estudio hipotetizan que quizás el ancestro común de los grandes antropomorfos y los humanos también disponía de una lista muy amplia de posturas. Esto abriría la posibilidad de que el bipedismo humano hubiese evolucionado a partir de alguna de ellas.

Los 77 animales analizados representan un 8% de la población mundial de gorilas de montaña, una especie gravemente amenazada por la degradación de su hábitat y por la caza de los furtivos.

Almécija pasó un total de tres meses en África estudiando la locomoción de los gorilas de montaña, así como el de otras especies de primates y el ambiente en el que viven. El investigador tuvo que caminar durante más de ocho horas diarias por los poco accesibles bosques de montaña donde viven estos animales y afirma que la experiencia es lo más parecido a un salto temporal al pasado, cuando los grandes antropomorfos dominaban la Tierra.

Referencia bibliográfica:

Thompson NE, Ostrofsky KR, McFarlin SC, Robbins MM, Stoinski TS, Almécija S. "Unexpected terrestrial hand posture diversity in wild mountain gorillas". Am J Phys Anthropol. 2017;00:1–11. DOI: 10.1002/ajpa.23404

Fuente: Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont
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