Las ballenas barbadas gigantes comen (y defecan) tres veces más de lo que se creía

Hasta ahora, se había subestimado la capacidad de ingerir alimentos de estos colosos marinos y, por tanto, también se había infravalorado la cantidad de heces que expulsan, que son una importante fuente de nutrientes en los océanos. La recuperación de estos animales a los niveles anteriores a su caza industrial podría restaurar la función oceánica perdida y ayudar a frenar el cambio climático, según destaca un estudio de la Universidad de Stanford.

Una ballena jorobada
Una ballena jorobada se alimenta frente a las costas de California. / John Durban.

Un nuevo estudio, liderado por la Universidad de Stanford y publicado en Nature, revela que las ballenas barbadas, como las azules, las rorcuales o las jorobadas, consumen una media de tres veces más alimento al año de lo que se había calculado hasta ahora.

Al subestimar la cantidad de comida que consumen estos cetáceos, los científicos también han infravalorado la trascendencia de estos gigantes marinos para la salud y la productividad global de los océanos.

Grandes recicladoras de nutrientes

La importancia de este descubrimiento reside en el excremento de las ballenas, una fuente crucial de nutrientes en el océano abierto. Al consumir más alimento de lo que se pensaba, las ballenas también producen más heces, y por tanto, generan más nutrientes.

Según explican los autores, al salir a respirar, los cetáceos mantienen suspendidos cerca de la superficie los nutrientes que alimentan a las floraciones de fitoplancton, unas microalgas que absorben el carbono y forman la base de las redes alimentarias en el océano.

El equipo de Stanford siguió mediante GPS a 321 ballenas barbadas de siete especies distintas a lo largo de los océanos Atlántico, Pacífico y Antártico

Sin las ballenas, esos nutrientes se hunden más fácilmente en el fondo marino, lo que reduce la productividad en ciertas partes del océano y, a su vez, limita la capacidad de los ecosistemas oceánicos para absorber el dióxido de carbono que está calentando el planeta.

El equipo de Matthew Savoca de la universidad estadounidense siguió mediante GPS a 321 ballenas barbadas de siete especies distintas a lo largo de los océanos Atlántico, Pacífico y Antártico, y estimaron sus patrones alimentarios mediante fotografías aéreas de sus zonas de alimentación, y mediciones acústicas de la densidad de presas en estas áreas.

Recuperar la productividad oceánica perdida

Muchas especies de ballenas barbadas no se han recuperado de la caza industrial de cetáceos que se practicó durante el siglo XX, y sus poblaciones siguen siendo muy reducidas. Solo entre 1910 y 1970, esta cacería acabó con más de 1,5 millones de ballenas en aguas de la Antártida y, desde entonces, su población no se ha recuperado

El equipo de Stanford afirma que un aumento en la población de ballenas podría restaurar la productividad marina perdida y, como resultado, aumentar la cantidad de dióxido de carbono absorbido por el fitoplancton, alimento principal del krill, que es, a su vez, fuente de comida para las ballenas.

Nuestros resultados sugieren que [en el pasado] la contribución de las ballenas a la productividad global y a la eliminación de carbono estaba a la par con los ecosistemas forestales de continentes enteros, en términos de escala

Nicholas Pyenson, coautor del estudio

“Si se pudiera restaurar la población de ballenas a los niveles anteriores a la caza de principios del siglo XX, los ecosistemas oceánicos recuperarían una gran cantidad de funciones perdidas”, apunta Nicholas Pyenson, conservador de mamíferos marinos fósiles del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, y coautor del estudio.

Pyenson señala que “puede que tardemos unas décadas en ver los beneficios, pero es la lectura más clara hasta ahora sobre el enorme papel que tienen las grandes ballenas en nuestro planeta”.

“Nuestros resultados sugieren que [en el pasado] la contribución de las ballenas a la productividad global y a la eliminación de carbono estaba a la par con los ecosistemas forestales de continentes enteros, en términos de escala”, comenta el investigador.

El científico destaca que “ese sistema sigue ahí, y ayudar a las ballenas a recuperarse podría restaurar el funcionamiento perdido del ecosistema y contribuir a mitigar de manera natural la crisis climática”.

Referencia:

Savoca, Czapanskiy et al. "Baleen whale prey consumption based on high-resolution foraging measurements". Nature.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.
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