El alimoche (Neophron percnopterus) es una especie migratoria en peligro de extinción que habita la península ibérica entre los meses de marzo y septiembre, y que permanece en África el resto del año. Sin embargo, todavía existe muy poca información sobre cómo se produce la migración de esta rapaz y qué mortalidad experimenta durante sus desplazamientos transcontinentales.
Durante la estación de reproducción del alimonche en 2018, el equipo de Biología de la Conservación de la Universidad de Barcelona (UB) marcó con emisores GPS seis aves para realizar su seguimiento: Ros, Obac, Avenc, Orís, Picatxo y Asticot fueron los individuos escogidos.
Ros y Obac procedían del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, y Avenc, del Espacio Natural de Les Guilleries-Savassona. Orís era un joven alimoche nacido en 2017 y procedente de un centro de recuperación; Picatxo había nacido en 2016 en La Garrotxa, y Asticot, en 2014 en el sur de Francia. Los tres últimos integraban un grupo de alimoches que habían sido capturados y liberados en la comarca de Osona.
El uso de la tecnología GPS-GSM ha permitido seguir con gran precisión los movimientos, el uso del espacio y el proceso de migración de estos alimoches hacia África. "Esta es una de las primeras veces que se han empleado emisores GPS-GSM en esta especie, amenazada en todo el mundo, con el objetivo de conocer sus movimientos transcontinentales y de hacer el seguimiento de su retorno a Cataluña durante la primavera", explica el profesor Joan Real, jefe del Equipo de Biología de la Conservación de la UB.
La colocación de los emisores en los polluelos de alimoche ha sido posible gracias a la colaboración de diversos organismos y naturalistas. En esta acción conjunta, el Servicio de Biodiversidad de la Generalitat de Cataluña facilitó las autorizaciones de seguimiento y marcaje de los alimoches, mientras que el Grupo de Apoyo de Montaña del Cuerpo de Agentes Rurales de la Generalitat de Cataluña realizó las tareas de escalada y captura de los polluelos.
El técnico Víctor García, miembro de la Subdirección General de Biodiversidad y Medio Natural del Ministerio para la Transición Ecológica, capturó los alimoches y les colocó los dispositivos emisores. El Equipo de Biología de la Conservación de la UB, un grupo de referencia en el estudio de aves rapaces amenazadas, realizó el seguimiento de los ejemplares, después de anillarlos, tomarles medidas y obtener muestras biológicas.
Todos los ejemplares que se encontraron heridos o muertos fueron diagnosticados por los expertos del Centro de Fauna de Torreferrussa de la Generalitat de Cataluña. Finalmente, el proyecto también recibió el apoyo de los técnicos del Parque Natural de Montserrat, el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac, el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, el Espacio Natural de Les Guilleries-Savassona y el Consorcio de Espacios de Interés Natural del Ripollès, además de los guardas de los espacios citados, que participaron directamente en el seguimiento de la población de alimoches.
En pocas semanas, los seis alimoches ya habían generado una gran cantidad de información respecto a las áreas de alimentación, la fenología, los movimientos y las causas de mortalidad. Como en muchos otros rapaces, la mortalidad originada por causas relacionadas con la actividad humana es un grave problema para la conservación de la especie.
Aunque es sabido que el veneno que se utiliza para perseguir ilegalmente a los carnívoros, es una de las amenazas principales para estos rapaces. Los datos aportados por el seguimiento de estos seis individuos indican que otras formas de persecución, como la electrocución con líneas eléctricas, también pueden causar bajas y, probablemente, constituyen graves amenazas para la viabilidad de las poblaciones de alimoche.
Un viaje lleno de dificultades
Los destinos de los seis alimoches han sido bien distintos. Orís fue liberado en un vertedero para facilitar su contacto con otros individuos de la misma especie y la obtención de alimento. El ejemplar se ha aclimatado de tal forma, que se podría decir que vive en el vertedero. Este alimoche ingresó en un centro de recuperación poco tiempo después de haber dejado el nido y estuvo allí hasta que lo liberaron la pasada primavera, por lo que no fue posible que migrara. Este hecho podría haber provocado que haya perdido el instinto migratorio, ya que hasta ahora no ha mostrado ningún síntoma de querer marcharse.
Picatxo y Asticot han sido los más activos en cuanto a movimientos, tal como era de esperar dada su condición de individuos no reproductores. Durante los meses de julio y agosto se desplazaron por una amplia área, mayoritariamente en Cataluña, y visitaron zonas de alimentación como muladares, vertederos y también zonas con ganadería extensiva. Ambos coincidieron en una misma área de alimentación durante varios días antes de iniciar la migración activa, que fue muy rápida.
Picatxo atravesó el estrecho de Gibraltar el 16 de agosto, mientras que Asticot lo hizo el 3 de septiembre. En pocos días, ya se encontraban en el sur de Mauritania. Del primer ejemplar hace días que no se reciben localizaciones, posiblemente porque se encuentra en un área sin cobertura GSM, mientras que del segundo se reciben a menudo, ya que se ha establecido en una zona con cobertura.
En cuanto a los polluelos, la migración se inició más tardíamente, como era previsible. Avenc, una vez salió del nido, estuvo varias semanas en el área del vertedero, probablemente en compañía de sus progenitores. Inició la migración activa el 7 de septiembre y, tras alguna pequeña escala de pocos días en Cataluña y Aragón, atravesó el estrecho el 18 de septiembre. Actualmente también se encuentra en el sur de Mauritania. En cambio, el caso de los dos individuos jóvenes procedentes de Sant Llorenç del Munt i l'Obac ha tenido un final muy distinto.
Obac inició la migración activa a finales de agosto y, al cabo de dos días, se encontraba en la provincia de Albacete, donde se electrocutó con unas líneas eléctricas de distribución. Durante varios días, fue capaz de sobrevivir, hasta que fue capturado el 20 de septiembre por agentes de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, que lo trasladaron a un centro de recuperación. Sin embargo, se desconoce si podrá recuperarse de la grave lesión sufrida.
En cuanto a Ros, inició la migración a inicios de septiembre y en pocos días había llegado al sur de España, donde hizo una pequeña escala de cinco días. El día 10, mientras sobrevolaba la provincia de Granada, sufrió un accidente. Aunque este episodio está bajo investigación de agentes de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, es muy probable que el accidente sea consecuencia de la actividad humana.
En este contexto, la información obtenida, a pesar de ser dramática algunas veces, también es de un gran interés científico para abordar de forma adecuada los retos que implica la conservación de esta especie en peligro de extinción. Además, en el marco de este proyecto —activo de 2017 a 2020—, se prevé equipar más alimoches con emisores GPS para poder seguir estudiando cómo viven y obtienen los recursos, y así conocer más datos científicos sobre su supervivencia y desplazamientos.
La investigación se ha llevado a cabo en el marco de un proyecto liderado por el Equipo de Biología de la Conservación de la UB, vinculado al Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales y al Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona. En el proyecto, que tiene el apoyo de Red Eléctrica de España SAU, la Fundación Catalunya - La Pedrera y la Diputación de Barcelona, también colaboran otros investigadores y naturalistas, así como agentes rurales.