Analizan el papel de las mujeres en sociedades en vías de desarrollo

La seguridad alimentaria de los niños mejora si las madres tienen poder y educación

La calidad de la dieta en los hogares de los países empobrecidos depende del acceso de las madres a recursos sociales y económicos. Un estudio en Nicaragua muestra que si las madres gestionan esos recursos, mejora la alimentación de todos los miembros del hogar, y de los niños en particular. La educación de estas mujeres es otro factor esencial.

Una mujer compra frutas y verduras el 6 de septiembre de 2014, en un mercado de San Salvador. / Efe
Una mujer compra frutas y verduras el 6 de septiembre de 2014, en un mercado de San Salvador. / Efe

El acceso de las madres a recursos sociales y económicos determina la seguridad alimentaria en los hogares con niños de Nicaragua, según publica un amplio estudio llevado a cabo en la ciudad de León, la segunda más importante del país, y publicado en la revista Public Health Nutrition.

Si las mujeres tienen en sus manos los recursos necesarios porque contribuyen a los ingresos económicos de la unidad familiar o porque los gestionan, los habitantes de la casa, y los niños en particular, tienden a cubrir sus necesidades nutritivas mejor que si todo depende de los hombres.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su siglas en inglés) define la seguridad alimentaria como la situación en que las personas tienen “acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”.

Para medir un concepto tan abstracto, los investigadores se han fijado en una nueva medida recientemente validada, la escala latinoamericana y caribeña de seguridad alimentaria (ELCSA). “Está basada en una medida estadounidense sobre percepción de inseguridad alimentaria que sirve de referencia para todas las regiones del mundo”, explica Kammi K. Schmeer, investigador del departamento de Sociología de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU).

Así, un miembro del hogar informa sobre sobre la frecuencia en la que se ha preocupado por la falta de alimentos en los tres últimos meses, si su dieta ha sido saludable o si niños y adultos han pasado hambre por falta de recursos económicos.

El estudio contabilizó más de 400 hogares de la ciudad de León en los que había niños de entre 3 y 11 años. En el 25% de los casos se detectaron problemas graves de inseguridad alimentaria, mientras que aproximadamente la mitad ofrecían un nivel medio y solo un 25% tenía unas condiciones de alimentación adecuadas.

Al analizar pormenorizadamente los datos, los investigadores descubrieron que si las madres contribuyen significativamente a los ingresos del hogar, las probabilidades de tener una situación grave descienden un 34% con respecto a si es su pareja el principal proveedor de la familia. Además, si las madres gestionan el dinero del hogar, las probabilidades de inseguridad alimentaria caen un 60%.

Independientemente de su acceso a los recursos económicos, la educación de las mujeres también se revela como un factor esencial. Por ejemplo, las probabilidades de inseguridad alimentaria en un hogar descienden un 48% cuando han cursado enseñanza secundaria.

“Las mujeres más educadas tienen mayor poder dentro del hogar para tomar decisiones, más capacidad para obtener trabajo o recursos para el transporte y el cuidado de los niños, así como el contacto con redes sociales de mayor calidad, básicamente, otras mujeres que también tienen un alto grado de alfabetización”, asegura el investigador.

Si las madres gestionan el dinero del hogar, la probabilidad de inseguridad alimentaria cae un 60%

Razones de la diferencia

“Las mujeres siempre han sido reconocidas como la clave para la salud y el bienestar infantil en países con ingresos medios y bajos”, señala Schmeer. Los científicos le encuentran varias explicaciones posibles relacionadas con el rol femenino. Por ejemplo, “las mujeres y las madres en particular tienen una responsabilidad social con respecto al bienestar infantil que le hacen ser más conscientes de las necesidades de protección de los niños que los hombres”, comenta.

Otra posible explicación está en su mayor participación en las actividades relacionadas con los alimentos, como comprar, cocinar y servir la comida, lo que hace que observen la ingesta diaria de los niños y, por lo tanto, conocer con mayor exactitud sus necesidades nutricionales. “Esto las hace más capaces de tomar decisiones sobre la asignación de recursos relacionada con el consumo de alimentos”, apunta el sociólogo.

Independientemente de su acceso a los recursos económicos, la educación de las mujeres es un factor clave

La ciudad adecuada para el estudio

La elección de la ciudad de León para este estudio no es casual, ya que cuenta con el único centro de investigación en América Latina que ha establecido un sistema de salud y vigilancia demográfica (HDSS, por sus siglas en inglés). Es el Centro de Investigación en Demografía y Salud (CIDS), vinculado a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León (UNAN-León), una importante herramienta para realizar este tipo de estudios.

Para Schmeer, las consecuencias de este estudio están claras. Además de tener el rol de cuidadoras, las madres tienen importantes funciones sociales y económicas y las sociedades que dejan a la mujer en desventaja económica, social o política “lo hacen a costa del bienestar infantil”. En próximas investigaciones, espera poder abordar la relación de la inseguridad alimentaria con la salud tanto materna como infantil.

Referencia bibliográfica:

Kammi K Schmeer, Barbara A Piperata, Andrés Herrera Rodríguez, Virgilio Mariano Salazar Torres and Francisco José Centeno Cárdenas. Maternal resources and household food security: evidence from Nicaragua. Public Health Nutrition, available on CJO2015. doi:10.1017/S1368980014003000.

Fuente: DiCYT
Derechos: Creative Commons
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