El acusado descenso de la ayuda a la educación básica en los países en desarrollo no sólo pone en peligro los progresos hacia el objetivo de universalizar la enseñanza primaria que se ha asignado la comunidad internacional, sino que entraña el riesgo de una inversión de tendencia. Esta es la cruda conclusión a la que ha llegado el equipo que elabora el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo, publicado por la UNESCO.
Según las últimas estadísticas publicadas por el Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y correspondientes a 2007, los compromisos de ayuda a la educación básica experimentaron un retroceso global. En concreto, pasaron de 5.500 millones de dólares en 2006 a 4.300 millones en 2007, lo cual representa un porcentaje de disminución de un 22%.
En el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2009 se ha advertido que el mundo no alcanzará los objetivos acordados por la comunidad internacional en Foro Mundial sobre la Educación, celebrado en Dakar (Senegal) el año 2000. Hoy en día, en nuestro planeta hay todavía 75 millones de niños sin escolarizar y muchos millones más abandonan la escuela sin haber finalizado sus estudios primarios. Las previsiones indican que el objetivo de universalizar la enseñanza primaria en 2015 no se logrará, porque para ese entonces habrá todavía 30 millones de niños sin escuela.
“La ayuda a la educación básica ha sido fundamental para escolarizar a millones de niños, formar maestros, construir aulas y conseguir toda una serie de resultados palpables en el último decenio”, declaró el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura. “Su disminución pone en peligro esas realizaciones y compromete los futuros avances hacia la consecución de la Educación para Todos”.
El descenso de la ayuda a la educación básica obedece principalmente a la fuerte disminución de los compromisos de ayuda bilateral entre 2006 y 2007. Esa disminución se cifró, en términos reales, en un 31%, cayendo por debajo de la suma de 3.000 millones de dólares en 2007. La tendencia inusitada a la baja se explica por algunos cambios importantes en los compromisos de algunos donantes en particular. La ayuda suministrada a la educación básica por los Países Bajos y el Reino Unido, por ejemplo, experimentó un fuerte aumento en 2006, pero disminuyó considerablemente en 2007. Si se exceptúan los Estados Unidos, cuya ayuda a la educación básica aumentó sustancialmente en 2007, han sido demasiado pocos los donantes bilaterales que han intervenido para cubrir el déficit de financiación existente para este tipo de educación. En ese mismo periodo, la ayuda a la educación procedente de los organismos multilaterales se incrementó, pero no en proporciones suficientes para compensar una disminución tan considerable.
“El hecho de que la ayuda a la educación básica se concentre en un número reducido de donantes significa que la asistencia financiera a los países es sumamente imprevisible, dice Kevin Watkins, director del Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo. Según Watkins, “también plantea serios interrogantes sobre el grado de compromiso del colectivo de los donantes con respecto al cumplimiento de las promesas formuladas en Dakar”.
En el Informe se muestra que no se están cumpliendo las promesas formuladas por los donantes en el Foro Mundial sobre la Educación del año 2000. Tras haber aumentado entre 2000 y 2004, la ayuda a la educación básica permaneció estancada desde ese último año hasta el fuerte descenso que ha experimentado últimamente. El grado de prioridad otorgado a la educación básica en la ayuda sectorial es particularmente escaso. En 2007, sólo se destinó a la educación básica el 5% del total de este tipo de ayuda, lo cual representa el porcentaje más bajo observado desde el año 2000.
Estas estadísticas decepcionantes contrastan con tendencias más positivas, puestas de manifiesto también en los datos publicados por el CAD de la OCDE. Después de dos años de disminución, la ayuda neta total al desarrollo ha aumentado en más de un 10% en 2008. No obstante, se plantea una serie de interrogantes acerca de la proporción que la educación va a recibir de esa ayuda.
Hay síntomas inquietantes de que la recesión económica mundial puede suponer una amenaza para la ayuda al desarrollo en todos los niveles. En efecto, las presiones ejercidas sobre los presupuestos y la desaceleración del ritmo del crecimiento económico entrañan la posibilidad de que el porcentaje de la renta nacional dedicado a la ayuda externa pueda sufrir una merma sustancial. Esto podría representar una disminución de la ayuda a la educación de unos 1.100 millones de dólares, de aquí a 2010.
“No es hora de recortar la ayuda a la educación básica”, estima Kevin Watkins. “En un momento en que la recesión económica sume a millones de familias vulnerables en la pobreza y ejerce una gran presión sobre los presupuestos, los donantes deben proporcionar incentivos fiscales con el objetivo de que los niños de esas familias puedan seguir yendo a la escuela”.
Watkins estima también que la reunión de primavera del FMI y el Banco Mundial ofrece una oportunidad para invertir la tendencia a la disminución de la ayuda a la educación. “Es importante que esa reunión sea algo más que un mero ‘reciclaje’ de las promesas y los compromisos formulados en la cumbre del G-20 y que se consigan resultados efectivos”, ha agregado.
Según el Informe, se calcula que cada año se necesitan 11.000 millones de dólares para alcanzar los objetivos principales en materia de educación en los países más pobres del mundo. En 2007, la ayuda a la educación básica de esos países se cifró apenas en 2.600 millones de dólares, es decir una suma cuatro veces menor que la necesitada, e infinitamente inferior a los billones de dólares otorgados a los bancos y las empresas afectados por la crisis económica mundial.
La UNESCO está pidiendo a los donantes que suministren los recursos financieros que tan apremiantemente se necesitan para proteger a los más pobres del mundo contra los efectos devastadores de la crisis. La Organización estima que tanto los donantes de ayuda como los gobiernos deben velar por que los presupuestos destinados a la educación y otros servicios sociales no se recorten.
“La crisis puede afectar de la forma más dura a millones de niños, que corren el riesgo de padecer consecuencias irreversibles a largo plazo, si se les niega al acceso a la salud, la nutrición y la educación”, ha declarado Koichiro Matsuura. “Debemos invertir en su futuro y proporcionarles la educación que necesitan para poner fin a su pobreza y mejorar sus vidas”.