¿Y si el origen de la obesidad estuviera en el cerebro? Esa es la idea en la que trabajan varias investigaciones en Estados Unidos, Italia y Suiza, países con alta incidencia de esta enfermedad que es a su vez factor de riesgo para males crónicos como la diabetes, la hipertensión o el ictus. El tema ha sido debatido en Salamanca, dentro de las XIV Jornadas Castellano-Leonesas de Educación Sanitaria.
Las investigaciones parten de una pregunta muy básica: ¿Por qué los seres humanos y algunos primates padecen obesidad, mientras que en otras especies este mal es inexistente? "La respuesta puede estar en el mapa genético del humano", indica Pedro Tormo, médico internista en el Hospital del Aire de Madrid y asesor sanitario de Sanitas.
Estos trabajos tratan de hallar en la hipófisis la molécula que 'acciona' el centro del hambre y la saciedad, ubicado en el hipotálamo.
"Por eso estas investigaciones tratan de conocer si existe una anomalía en él". La comparación para el ser humano es odiosa; mientras él acumula grasa en el tejido adiposo, otras especies, como los patos "utilizan la grasa como elemento de combustión y energía". No obstante, la razón no tiene que por qué ser de todo genética, ya que hay hábitos sedentarios muy asentados que infieren en la obesidad.
Tormo, advierte, por ello, que no se puede hacer "ciencia ficción" con el asunto a la hora de buscar soluciones para la obesidad en el laboratorio, y aboga por una receta más sencilla: "Hay que reeducar en la cocina". El especialista aconseja el consumo regular de pescado, legumbres, frutas y verduras y evitar las grasas saturadas como claves para evitar o reducir la obesidad. En su ecuación también entran en ejercicio físico, los horarios "más europeos" y evitar periodos de ayuno.
Datos y fórmulas para adelgazar
En 2015, según la Organización Mundial de la Salud, habrá 2.300 millones de personas con obesidad. Unos 700 millones de ellas tendrán gran obesidad. "No es sólo cuestión de salud, es también un problema económico, ya que la sanidad pública tiene que hacer frente a tratamientos para los distintos tipos de obesidad", explica Tormo.
Cerca del 17'5% de los varones y el 13'5% de las mujeres posee sobrepeso en España. Aunque estamos lejos de las tasas de Estados Unidos (con casi uno de cada tres ciudadanos, el 31%, pasado de kilos), España está a la cabeza de los países europeos en tasa de población con un índice de masa corporal superior a 25. Por comunidades autónomas, Andalucía es la que presenta peores datos, con el 21% de su población con sobrepeso u obesidad. La gente ha tomado conciencia (2.000 millones de euros se gastan en España cada año en fórmulas para perder peso), pero Tormo advierte que no todas son eficientes.
"Mucha gente acude a dietas basadas sólo en proteínas o hidratos de carbono, pero estas dietas monocordes, que pueden reducir eventualmente el peso, tienen efectos secundarios", explica. Por ejemplo, la insuficiencia renal. "Los fármacos tampoco son la solución, ya que las acciones inhibidoras del apetito o saciantes pueden tener contraindicaciones".
Puede ser el caso de las barritas alimenticias cuyo exceso prolongado en el tiempo en la ingesta puede producir problemas. "Las técnicas invasivas son eficaces, pero conllevan riesgos porque los pacientes, además de presentar una obesidad severa, pueden poseer problemas añadidos como la hipertensión", lo que no las hace muy recomendables. Existe un 1% de mortalidad en estos procedimientos. Por todo ello, Tormo aboga por "tratamientos basados en el análisis personalizado de cada persona".