La adecuada formulación de un compuesto farmacéutico permite preservar su actividad, tener un mayor control de sus propiedades e incluso desarrollar nuevas aplicaciones. Por ello, la utilización de fluidos “supercríticos” posibilita obtener nuevas formulaciones evitando, por ejemplo, someter al compuesto activo a tensiones mecánicas.
Los fluidos “supercríticos”, utilizados para desarrollar compuestos farmacéuticos, son sustancias que se encuentran en condiciones de presión y temperatura superiores a su punto crítico, es decir, cuando las densidades del líquido y del vapor son iguales y la sustancia se comporta como un híbrido entre líquido y gas.
En esta línea de investigación trabaja desde hace varios años el Grupo de Procesos de Alta Presión de la Universidad de Valladolid y, en concreto, una de sus doctorandas, Marta Fraile Arranz.
“Tratamos de mejorar la formulación, que el principio activo se disuelva bien y que llegue mejor a las zonas donde tiene que actuar, lo que se denomina biodisponibilidad”, apunta a DiCYT.
Para ello, han realizado emulsiones utilizando como principio activo modelo un antiinflamatorio de uso común, el ibuprofeno. La emulsión permite la dispersión de un líquido en el seno de otro líquido inmiscible mediante la utilización de un agente surfactante, es decir, encapsulando el compuesto activo.
Los investigadores han realizado emulsiones en medio acuoso empleando como surfactante comercial pluronic. Tras la emulsión, proceden a la eliminación del disolvente orgánico con CO2 “supercrítico”.
Estudio con quercetina
La investigadora avanza que el próximo paso será sustituir el ibuprofeno como droga modelo por la quercetina, un flavonol presente en altas concentraciones en frutas y verduras como la cebolla, la manzana o el brócoli y que cuenta con múltiples propiedades terapéuticas.
Entre sus aplicaciones se encuentra la prevención y el tratamiento de enfermedades cerebrovasculares, la obesidad o el cáncer.