La vacuna contra el virus del papiloma humano no ha conseguido los niveles de adhesión de otras incluidas en el calendario de vacunación. Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid y el Hospital 12 de Octubre revela que el 57,3% de profesionales de atención primaria encuestados no sabía contra qué agentes infecciosos actuaba. Además, el 80% de ellos no conocía las edades recomendadas de prescripción y el 41,8% no se la recomendaría a sus familiares.
La vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) está cosechando tasas de vacunación más bajas de lo estimado en España. En 2008, un año después de que las tres dosis se incluyeran en el calendario de vacunación para niñas de entre 11 y 14 años, el 77,3% de las menores se inyectaron la tercera dosis, frente a coberturas cercanas al 90% de otras vacunas.
Las dosis protegen contra el VPH, que es el mayor factor de riesgo para desarrollar cáncer de cuello de útero. La vacuna también se recomienda a chicas menores de 26 años, hayan mantenido o no relaciones sexuales, y a varones entre los 9 y los 26, puesto que el virus está relacionado con otros tipos de tumores. En todos estos casos, la cobertura no la cubre la seguridad social.
Para averiguar las causas del bajo porcentaje de adhesión, científicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid) han encuestado a 164 profesionales de atención primaria de 20 centros de salud adscritos al hospital.
Actualmente existen dos vacunas contra el virus de papiloma humano: Gardasil y Cervarix, que, en tres dosis, actúan frente a diferentes genotipos oncogénicos, inmunizando al paciente frente al virus. De los médicos de familia, pediatras y personal de enfermería encuestados con cuestionarios anónimos, el 57,3% no conocía los agentes infecciosos contra los que luchan las vacunas.
“Faltan seminarios dirigidos a los profesionales de atención primaria y falta interés por parte de estos profesionales sobre el tema, al considerarlo secundario”, apunta Jesús S. Jiménez, jefe de la Sección de Oncología Ginecológica del Hospital 12 de Octubre, profesor de la facultad de Medicina de la UCM y autor principal del estudio.
Poco interés de las pacientes
El 65,45% de los encuestados sí sabía que la vacuna disminuía la incidencia del cáncer de cuello de útero, frente al 17,6% que lo desconocía. Sin embargo, entre el 68% y el 80% no conocían que el virus estaba relacionado con otros tipos de cáncer.
En cuanto a las pacientes, en la gran mayoría de los casos (el 75,8%), las mujeres que preguntaron a los profesionales por la vacuna suponían menos de una cuarta parte del total de féminas que acudían a consulta.
Según los autores del trabajo, publicado en Infectious Agents and Cancer, esta falta de interés de las pacientes también podría influir en que médicos y enfermeros desconozcan cómo actúa la vacuna. A esto habría que sumar el clima negativo generado por las diferentes asociaciones contrarias a la inmunización y apoyado por algunos catedráticos de salud pública que también se muestran en contra.
“La campaña de información mediática hace más hincapié en el sensacionalismo de casos de dudosa eficacia, o en hipotéticas complicaciones, que en las ventajas poblacionales de la misma”, denuncia Jiménez.
Falta relación de causalidad en los efectos graves
El 40,4% de los encuestados respondió que no existían suficientes datos que apoyaran la comercialización de la vacuna, y la razón más frecuente que esgrimieron fue que no había datos sobre su efectividad a largo plazo.
En cuanto a las edades recomendadas de prescripción de la vacuna, el 80% respondió incorrectamente. Sobre si se la recomendarían a sus familiares de entre 11 y 26 años, el 41,8% se mostró contrario.
“El virus del papiloma humano es la infección de transmisión sexual más frecuente. La probabilidad de entrar en contacto con él es mayor del 28% en población joven”, recuerda el experto.
Respecto a los efectos adversos graves que se achacan a la vacuna, el ginecólogo se muestra tajante: “Los efectos secundarios demostrados asociados a la vacuna son de carácter leve, fundamentalmente relacionados con el lugar de la inoculación. Los efectos secundarios graves que se han intentado atribuir a la vacuna no han sido demostrados con una relación de causalidad”.
Las encuestas se llevaron a cabo entre octubre y diciembre de 2013. El 65,2% de los participantes fueron mujeres, con una edad media de 46 años. Los cuestionarios fueron anónimos e incluían 24 preguntas, algunas con respuestas abiertas y otras, para elegir entre diferentes opciones.
Referencia bibliográfica:
Pérez MR, Violeta VB, Del Campo AV, Ruiz C, Castaño SY, Conde LP y López JS. “Cross-sectional study about primary health care professionals views on the inclusion of the vaccine against human papillomavirus in the vaccine schedules”. Infectious Agents and Cancer, diciembre 2015, 10:41. DOI: 10.1186/s13027-015-0034-9.
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