El tratamiento de Regeneron, al que recurrió Donald Trump, ha demostrado su eficacia en los pacientes incapaces de desarrollar sus propios anticuerpos, pero esta es pequeña. Además, se trata de un fármaco caro que solo beneficiará a un mínimo número de personas en los países en los que la población vulnerable ya ha sido vacunada.
Los anticuerpos monoclonales aparecieron pronto en las quinielas de tratamientos prometedores contra la covid-19. Su interés alcanzó el cénit cuando Donald Trump recibió el cóctel producido por la farmacéutica Regeneron. Sin embargo, pasaron a un segundo plano cuando, a comienzos de 2021, se reveló que eran poco eficaces contra las variantes. Esta semana, los resultados de un nuevo estudio clínico han reavivado el interés, aunque de forma moderada.
El ensayo clínico británico Recovery ha compartido esta semana –en forma de prepublicación no revisada por pares– los datos preliminares de su estudio con el cóctel de dos anticuerpos, casirivimab y imdevimab, de Regeneron. Los investigadores observaron que la mortalidad de los pacientes se reducía: el problema es que disminuyó poco y solo en aquellos incapaces de generar anticuerpos por sí mismos.
Los científicos estudiaron la mortalidad a 28 días en casi 10.000 pacientes ingresados por coronavirus entre septiembre de 2020 y mayo de 2021. De entre aquellos que no habían desarrollado anticuerpos falleció un 30 %, pero solo un 24 % de los que habían recibido el cóctel.
Además, los voluntarios seronegativos tratados que salieron del hospital antes de 28 días lo hicieron algo antes en el grupo que recibió el cóctel: 13 días en lugar de 17. El 58 % de los que recibieron los anticuerpos recibieron el alta a los 28 días, frente al 64 % de los que no.
“No es una diferencia abismal, la gran diferencia es ser seropositivo”, explica a Sinc la jefa de servicio de Inmunología del Hospital Ramón y Cajal, Luisa María Villar. Se refiere a que la supervivencia en los pacientes que sí habían desarrollado anticuerpos fue superior, hubieran tomado o no el fármaco, y solo murió el 15 %. Además, el 75 % de estos pacientes salió del hospital antes de 28 días.
Los investigadores vieron que al analizar a todos los pacientes juntos –hubieran generado anticuerpos o no– estas diferencias no eran significativas. El cóctel solo funciona con un grupo muy específico de pacientes: aquellos que no generan anticuerpos tras una infección.
“Lo positivo es que sí se ve una pequeña mejoría, aunque la diferencia sea pequeña”, asegura Sonia Zúñiga, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), más optimista. Destaca que ningún otro tratamiento con anticuerpos monoclonales en pacientes hospitalizados de gravedad había funcionado hasta ahora, y atribuye el éxito a que sea un cóctel que combina dos tipos diferentes. “Eso hace que sea más efectivo”, aclara.
Lo positivo es que sí se ve una pequeña mejoría, aunque la diferencia sea pequeña. Ningún otro tratamiento con anticuerpos monoclonales en pacientes hospitalizados de gravedad había funcionado hasta ahora. Que combine dos tipos diferentes hace que sea más efectivo
Villar cree que el tratamiento llega algo tarde y que no va a producir un “cambio sustancial” en la gestión de los enfermos. “En la situación actual lo que hace falta es vacunar para que los que puedan o no responder a la inmunización se protejan por la inmunidad de grupo”, comenta. Por eso, opina que va a quedar como “algo de segunda o tercera línea”.
“Cuando no teníamos vacunas hubiera sido más útil, pero afortunadamente no estamos ahí y sabemos que las personas mayores responden muy bien y quedan inmunizadas”, afirma Villar. “A los pacientes que tengan una respuesta inmunitaria correcta esto no aporta nada, solo a los que no desarrollen anticuerpos ni respuesta celular”.
Sí admite que se podría emplear en esos grupos pequeños y concretos de pacientes. “Es una herramienta más que tenemos y que puede ayudar a algún paciente inmunosuprimido que se infecte, pero aun así la diferencia [en la supervivencia] es poca”. El resultado son seis vidas salvadas por cada cien pacientes tratados. “Es una posible terapia en algunos casos, pero está claro que no es ‘la’ terapia”, añade Zúñiga.
“Estos cambios puntuales [de las variantes] tienen una influencia dramática con los fármacos dirigidos a sitios concretos de unión, porque si se ven afectadas por una mutación, adiós [al medicamento]”, aseguraba a ElDiario.es el investigador del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Vicente Mas, a comienzos de año. Sus temores se cumplieron, según reveló The Guardian un mes más tarde: los anticuerpos monoclonales de Lilly, Regeneron y GlaxoSmithKline fallaban total o parcialmente contra una o más de las variantes.
Entonces, ¿cómo es posible que el cóctel de Regeneron ofrezca resultados positivos ahora? Zúñiga lo achaca a que, precisamente, es un cóctel con dos anticuerpos diferentes. “Uno parece que pierde eficacia contra las variantes, pero el otro no porque se une a otro sitio. Esa es la gracia, y por eso la combinación sigue funcionando”, asegura.
Aun así, la experta española cree que quedan dudas pendientes, como qué pasará con las variantes futuras y si en pacientes con mucha carga viral podrían aparecer mutantes que “escaparan” a estos anticuerpos.
Toda esta preocupación es debida a que estos tratamientos monoclonales están basados en un único tipo de anticuerpos –en este caso, dos– en lugar de en la enorme variedad que generan las vacunas y las infecciones naturales.
A todo esto hay que sumar el elevado precio de los anticuerpos de Regeneron, que podrían superar los 2.000 euros por tratamiento, y la dificultad para su producción a gran escala. “La fabricación de anticuerpos monoclonales es más barata hoy, pero sigue siendo cara”, dice Zúñiga. “La inmunoterapia se usa con éxito contra el cáncer, pero un tratamiento antiviral generalizado es otra cosa”.
En los círculos médicos se dice que “si algo tiene significancia estadística, no implica que tenga significancia clínica”. Traducido: que un fármaco produzca un efecto real no siempre importa si este es pequeño o cuenta con problemas de índole práctica. En este caso, aquellos países que puedan permitirse el cóctel de Regeneron es probable que apenas lo necesiten. Es una herramienta más que podría salvar algunas vidas.