El subsuelo helado de manera permanente –el permafrost– en los picos más altos de Sierra Nevada en Granada ha desaparecido. Así lo revela un equipo liderado por la Universidad de Barcelona. Los resultados demuestran por primera vez que durante la última década las temperaturas del suelo del Picacho de Veleta, que a 3.380 metros de altitud es la cuarta cumbre más alta de España, no ha llegado a helarse en todo el año. Para finales de siglo, los expertos prevén menos nieve en estas montañas.
Las montañas ibéricas han experimentado un aumento de temperatura de entre 0,8 y 1 ºC desde finales del siglo XIX, cuando el continente europeo salía de la fase fría conocida como la Pequeña Edad de Hielo (siglos XIV-XIX dC). Desde entonces, los ecosistemas de la alta montaña peninsular han respondido en consecuencia: retroceso y desaparición de los glaciares, crecimiento de las especies vegetales a mayores alturas, y degradación del permafrost, entre otros.
En Sierra Nevada, la temperatura ha aumentado en 0,93 ºC desde finales del siglo XIX. Este hecho ha comportado la desaparición del glaciar que existía en el Corral del Veleta, así como el desplazamiento a mayor altura de los procesos ecológicos y geomorfológicos vinculados al frío.
Con el objetivo de determinar la existencia de condiciones de permafrost en las culminaciones de Sierra Nevada, en el año 2000 se realizó una perforación de 114,5 metros en la cumbre del Picacho del Veleta, a 3.380 metros de altitud. Desde entonces, un equipo de científicos liderado por la Universidad de Barcelona ha monitorizado de manera continuada la temperatura del suelo hasta 60 metros de profundidad.
Los resultados, publicados en Science of the Total Environment, demuestran que entre 2003 y 2013 la temperatura anual en el Picacho del Veleta ha aumentado en 0,12 ºC, situándose de media en 0,6 ºC. "No existen temperaturas medias del aire negativas en toda la sierra, a diferencia de lo que acontecía hace décadas y de lo que ocurre hoy en montañas de cota parecida, como los Pirineos o los Alpes", advierten los expertos quienes añaden que, a pesar de todo, el incremento de las temperaturas registrado durante esta última década en Sierra Nevada es menor que el aumento registrado en esas otras montañas.
Un clima más cálido y menos nieve en el futuro
La investigación también revela que en los picos culminantes de Sierra Nevada no existen temperaturas del suelo negativas (permafrost) durante todo el año, con excepción de algunos glaciares de montaña formados en la Pequeña Edad de Hielo, como sucede en el glaciar Corral del Veleta, donde aún perduran restos de aquellos bajo paquetes de rocas.
En el Picacho del Veleta, a partir de unos 10 metros de profundidad, las temperaturas se estabilizan en 2 ºC. A pesar de que se ha evidenciado un ligero incremento en las temperaturas del aire, las del suelo del Picacho –de los 2 a los 20 metros– han mostrado un enfriamiento a partir del año 2006-2007. Desde entonces, se ha constatado una sucesión de años con más nieve que durante los años anteriores, lo que ha enfriado la roca en profundidad.
En la actualidad, en la península ibérica solo se encontraba permafrost en las cumbres más altas de los Pirineos, Sierra Nevada y, posiblemente, los Picos de Europa. Para finales del siglo XXI, los expertos prevén escenarios climáticos más cálidos y con menos nieve en Sierra Nevada.
La investigación muestra que, durante la última década, en los picos de este macizo las temperaturas del aire han aumentado por debajo de las proyecciones climáticas. A partir de ahora, futuras líneas de investigación deberán dilucidar si la tendencia divergente observada entre las temperaturas del aire y las del suelo en el Picacho del Veleta responde a un patrón puntual o se enmarca dentro de una tendencia de largo alcance.
Referencia bibliográfica:
Oliva, M.; Gómez Ortiz, A.; Salvador-Franch, F.; Salvà-Catarineu, M.; Ramos, M.; Palacios, D.; Tanarro, L.; Pereira, P., y Ruiz-Fernández, J. "Inexistence of permafrost at the top of Veleta peak (Sierra Nevada, Spain)". Science of the Total Environment, 550: 484-494 abril de 2016. Doi: 10.1016/j.scitotenv.2016.01.150