Investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias plantean que los fullerenos complejos, unas esferas concéntricas formadas por átomos de carbono, pueden ser más comunes de lo que se pensaba. Estas macromoléculas, las más complejas del universo, también podrían tener la clave para resolver el misterio de las bandas difusas interestelares, según un estudio que acaban de publicar.
Dos científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) han hallado evidencias de que la presencia de las denominadas ‘cebollas de carbono’ y otras grandes moléculas derivadas de los fullerenos –bolas esféricas de carbono– podría ser generalizada en el espacio.
Se trata de las moléculas más complejas observadas hasta el momento y su hallazgo tiene importantes implicaciones para entender la físico-química circunestelar e interestelar, así como los procesos moleculares en los últimos estados de la evolución estelar.
El estudio, que combina observaciones astronómicas y física teórica, ha encontrado estas moléculas complejas en el entorno de dos nebulosas planetarias ricas en el fullereno más común (C60, con 60 carbonos), lo que apunta a que su presencia puede ser más abundante de lo considerado hasta ahora.
“Las nebulosas planetarias –estrellas de masa baja en la etapa final de sus vidas– producen moléculas orgánicas que posteriormente expulsan al espacio, por lo que son fundamentales para comprender los procesos moleculares del medio interestelar en el que se forman estrellas y planetas y entender los procesos de formación de moléculas precursoras de la vida”, explica Aníbal García-Hernández, principal autor del artículo.
Los científicos habían especulado en el pasado con la idea de que los fullerenos, que pueden actuar como jaulas para otras moléculas y átomos, podrían haber llevado sustancias hasta la Tierra que habrían impulsado el comienzo de la vida. Las evidencias de esta teoría proceden del hecho de que los fullerenos C60 han sido encontrados en meteoritos portando gases extraterrestres. Sin embargo, “todo esto son especulaciones”, aclara García-Hernández.
Bandas difusas interestelares
Las investigaciones de estos científicos también aportan nuevas claves para entender el origen y composición de las bandas difusas interestelares –DIB, por sus siglas en inglés–, uno de los fenómenos más enigmáticos en astrofísica. Los detalles se publican en la revista Astronomy and Astrophysics Letters.
Dispersas por todo el espacio, las moléculas responsables de estas bandas atrapan parte de la luz visible emitida por las estrellas, que llega a nosotros amortiguada. Al estudiar el espectro óptico de las dos nebulosas planetarias, el equipo encontró que dos de las DIB conocidas se mostraban especialmente intensas y que aparecía una nueva banda no conocida hasta el momento.
Estas observaciones concuerdan con estudios teóricos previos sobre fullerenos grandes y complejos –cebollas de carbono o fullerenos multicapa como C60@C240 y C60@C240@C540– y su hipotético comportamiento en el espacio.
“Estos fullerenos tan complejos no se pueden estudiar en el laboratorio con las técnicas actuales, por lo que nos hemos basado en cálculos teóricos disponibles en la literatura y los hemos combinado con las observaciones astronómicas", explica García-Hernández, "y la evidencia concuerda”.
“Los fullerenos en sus diversas manifestaciones –cebollas de carbono, cúmulos de fullerenos, o incluso especies complejas formadas por fullerenos y otras moléculas como hidrocarburos o átomos– podrían tener la clave para resolver el misterio de los DIB”, apostilla.
“El siguiente paso es caracterizar todas las DIB de estas nebulosas planetarias, así como sintetizar y caracterizar nuevas moléculas basadas en fullerenos y compararlas con los datos astronómicos”, añade Jairo Díaz-Luis, cofirmante del estudio. “Desentrañar el secreto de las DIB nos permitiría entender de qué está compuesto el medio interestelar en todos los rincones del Universo”.
Descubiertas hace 90 años, las bandas difusas interestelares están presentes en todas las direcciones del espacio –se conocen más de 400–, son más intensas en aquellas zonas con abundante polvo interestelar y se caracterizan por atrapar parte de la luz visible emitida por las estrellas.
De hecho, sabemos que existen porque, al observar el espectro lumínico visible emitido por una estrella, se detecta que ciertas longitudes de onda nos llegan amortiguadas.
Los investigadores deducen entonces que algo se interpone entre la estrella y nosotros: las bandas difusas, llamadas así porque generan unas bandas de absorción características en las espectrografía de la estrella, algo así como su 'huella dactilar'.
Los científicos sólo pueden estudiar las DIB y su composición de forma indirecta, es decir, suponiendo en función de experimentos de laboratorio y cálculos teóricos qué clase de moléculas podrían atrapar la luz de esa forma determinada. Desde hace un tiempo se sospechaba que podrían estar generadas por moléculas basadas en carbono.
Las observaciones del IAC confirman esta teoría y apuntan además a una clase especial de molécula de carbono, las 'cebollas de carbono' y otros complejos fullerenos multicapa. Los resultados se presentarán también en el próximo congreso de la Unión Astronómica Internacional sobre las bandas difusas interestelares, que se celebra en Holanda el próximo mes de mayo.
Referencia bibliográfica:
D. A. García-Hernández, J. J. Díaz-Luis. “Diffuse interstellar bands in fullerene planetary nebulae: the fullerenes diffuse interstellar bands connection”. Astronomy and Astrophysics Letters 550: L6, enero de 2013.