El Grupo de Investigación sobre Técnicas de Separación y Análisis Aplicado (TESEA), integrado en el instituto universitario Cinquima (Centro de Innovación en Química y Materiales Avanzados), de Valladolid, lleva casi una década colaborando con el Centro Apícola Regional (CAR) de Marchamalo, en Guadalajara, en el estudio del llamado síndrome de despoblamiento de las colmenas, un fenómeno que ha provocado que millones de abejas melíferas estén desapareciendo en todo el mundo.
Las causas de este síndrome no estaban muy claras hasta que en el año 2003, este grupo de investigadores dio la voz de alarma apuntando a un microsporidio, el Nosema ceranae, como el agente causante de que las colmenas se quedaran prácticamente vacías pese a tener suficiente polen y miel para sobrevivir.
Además de en Europa y América, el síndrome se ha extendido a otras zonas del mundo y ya han aparecido casos de Nosema ceranae en países como Australia o Tasmania.
Desde el hallazgo de que este microsporidio está detrás del síndrome, el grupo que coordina el doctor José Luis Bernal se ha ocupado principalmente del estudio de un remedio para combatirlo. Así, han diseñado un “tratamiento eficaz a base de un antibiótico, la fumagilina”, ha explicado el experto.
En concreto, las investigaciones se están centrando ahora en estudiar la estabilidad del compuesto, los productos de degradación que deja sobre la miel, así como establecer la cantidad idónea y frecuencia de administración del producto para que sea eficaz y no deje residuos.
Antibiótico
El antibiótico se probó inicialmente junto con azúcar en polvo, pero se comprobó que, mientras en el laboratorio, era eficaz, “en las colmenas iba mal”. Finalmente y, tras realizar tanto pruebas de laboratorio como de campo, han determinado que el método más idóneo es su administración mezclada en jarabe español.
“Hemos establecido la dosis y frecuencia idóneos, con eso las colmenas se revitalizan e incluso están produciendo más miel que antes”, asegura Bernal. Paralelamente, el grupo pretende continuar con los estudios y buscar sustancias alternativas para evitar fenómenos de resistencia a los antibióticos, dado que con este tratamiento, el síndrome suele reactivarse al cabo de unas semanas.
Ante la gravedad del problema que, en el caso de España ha provocado, por ejemplo que en torno al 50% de las colmenas hayan desaparecido “principalmente por esta causa”, se han postulado muy variopintas hipótesis científicas a nivel internacional.
Las más extendidas atribuían la aparición el Síndrome del Despoblamiento al uso de determinados plaguicidas. Esto ha provocado que el grupo que coordina José Luis Bernal se haya afanado en “desarrollar metodología para el análisis de estos compuestos y aplicarlas tanto a muestras de miel como de polen para demostrar que esa no era la causa principal dado que en la mayoría de los casos los niveles de residuos están muy por debajo del límite de detección de las técnicas analíticas más sensibles actualmente en uso”.
Pese a que fue a partir de 1999 cuando se comenzó a detectar la debilidad y posterior muerte de las colmenas, es en 2004 cuando se dio la eclosión del síndrome.
A partir de este momento, el Centro Apícola Regional de Guadalajara comenzó a recibir una media anual de más de 3.000 muestras, a las que se añaden las que comenzaron a enviar investigadores de otros países.
Fue entonces cuando se comenzó a comprobar una pérdida de abejas sin aparición de ejemplares muertos entorno a las colmenas, la no sustitución de la reina, que se quedaba con pocas abejas pese a tener almacenada comida. Dentro de un examen sistemático apareció el Nosema ceranae.