Los científicos tienen un papel crucial en las negociaciones sobre cambio climático ya que ponen sobre la mesa los datos objetivos del calentamiento del planeta y sus consecuencias. Tras el anuncio de Donald Trump de abandonar el Acuerdo de París, hablamos con José Manuel Moreno Rodríguez, catedrático de ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha que además ha sido miembro del Grupo II del Panel Internacional de Expertos sobre Cambio Climático.
El presidente de EE UU Donald Trump anunciaba hace unos días su salida del Acuerdo de París, un tratado universal que supuso un hito al incluir por primera vez a dos de los países más contaminantes del mundo: China y el país norteamericano. Numerosos mandatarios han condenado su decisión y la comunidad científica no se ha quedado atrás. El ecólogo José Manuel Moreno Rodríguez analiza las consecuencias que puede tener esta decisión.
¿Puede la salida de EE UU provocar que otros países abandonen el Acuerdo de París?
Probablemente no. Salirse es un acto de hostilidad hacia el resto de la comunidad internacional que la mayoría de países no querrá hacer, incluso si esta decisión les lleva a ser menos ambiciosos en sus compromisos.
¿Qué argumentos son los que rebaten las excusas planteadas por Donald Trump?
EE UU debe su poderío a su capacidad científica y técnica. El informe utilizado por el presidente Trump no ha sido realizado por la academia, ni cuenta con el respaldo de esta. Una decisión de este tipo tendría que haberse basado en algo científicamente sólido, con las garantías de transparencia que deben tener todos los informes técnicos que se utilicen para trazar las líneas maestras de las políticas. Este no ha sido el caso.
El mandatario estadounidense afirmaba que se perderían hasta 2,7 millones de trabajos hasta 2025...
Las evidencias empíricas actuales indican justo lo contrario. EE UU ha crecido durante los años de la Administración Obama, se han creado millones de empleos, muchos miles de ellos en las industrias relacionadas con las energías renovables, y todo ello disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero. No hay nada creíble que avale la decisión que se ha tomado.
¿Cómo participa en las decisiones sobre los compromisos climáticos un país que ya no está dentro del pacto internacional de naciones?
Tiene derecho a voz y voto, hasta que su salida no sea efectiva. Es difícil prever cómo reaccionarán los países del Acuerdo en caso de que EE UU adoptase una actitud obstruccionista. No es normal que así sea, simplemente, se limitará a estar. Al menos eso sería lo deseable, con objeto de que el resto de las partes acuerden lo que estimen conveniente al margen de un país que voluntariamente ha decidido no pertenecer a esa comunidad internacional.
¿De qué forma afecta a la credibilidad de EE UU esta decisión?
Este fallo echa por tierra el considerar al país como un socio fiable en las negociaciones relacionadas con el cambio climático. EE UU se salió del Protocolo de Kioto y, ahora, una vez ratificado el Acuerdo de París, se sale de él. Es impensable que, a corto plazo al menos, el resto de territorios confíen en su administración. Aunque el acuerdo lo firmara otro gobierno, lo hizo en nombre de su país. El que una nueva administración no respete lo acordado por la anterior, mina, irremediablemente, su credibilidad.
Los diferentes estados de EE UU dicen que van a seguir implementando medidas contra el cambio climático ¿Qué significa entonces esta salida?
El poder en EE UU está muy repartido y, dentro de sus competencias, los estados pueden llevar a cabo sus políticas sin el apoyo de la Administración Federal. Otro tanto puede hacer la sociedad civil –que lo está haciendo– o el sector empresarial privado –que también trabaja en ello–. Pero no hay que minusvalorar la decisión de la Presidencia. La falta de un marco claro de cara al futuro supondrá frenos a los compromisos, sobre todo en términos de inversión.
El hecho de que se adopten normas que frenen los incentivos para favorecer el cambio hacia las energías renovables –que la anterior administración puso en marcha– inevitablemente tendrá sus efectos. ¿Cuánto seguirá emitiendo EE UU? No es fácil calcularlo ahora, aunque seguramente emitirá más de lo que hubiese hecho con una política clara en favor de las renovables.
El estado actual de compromisos dista mucho del ideal que se quiere alcanzar para 2020 de no aumentar 2ºC respecto a la era preindustrial. ¿Esto puede frenar aún más la ambición de los compromisos o puede sacarse algo positivo?
El Acuerdo dice que quiere conseguir un objetivo, pero los países no ponen los medios suficientes para conseguirlo (calentarnos muy por debajo de 2ºC y, a poder ser, de 1,5º). El texto prevé que los países renueven sus compromisos de reducción de emisiones cada cinco años, aumentando el grado de ambición. La falta de un marco claro, aceptado por todos, puede afectar a la ambición de los compromisos futuros. No obstante, es difícil calcular cuál será la consecuencia última. Los alineamientos de países que se produzcan próximamente pueden ser muy importantes para ver si, al final, el Acuerdo de París termina siendo todo lo efectivo que las partes quisieron cuando lo adoptaron.