Cerca de la mitad de las noticias sobre otros países europeos que los medios de comunicación franceses publicaron en 2012 hicieron referencia a Alemania y España. Pierre Rousselin, director adjunto del periódico conservador francés Le Figaro, habla con SINC de la imagen de España en el país vecino.
Hay ejemplos recientes sobre la imagen de la crisis española en medios de comunicación de otros países, como el New York Times (EE UU) y su retrato fotográfico que ilustraba a un país empobrecido. ¿Cómo se trata este tipo información en Francia?
La crisis es el tema más importante del momento, no solo en lo que toca a España sino también a Europa. Hay mucha cobertura del tema de la crisis en España, su imagen no se limita a eso pero en este momento es cierto que es el tema estrella.
¿Cómo enfocan estas de noticias en su periódico, Le Figaro?
Hay mucha preocupación por la crisis. Entre Francia y España los lazos son muy estrechos y las malas noticias cobran más gravedad cuando vienen de España que si se trata de otro país. La preocupación es legítima, la tienen también los españoles. Creo que la sociedad y el Gobierno han tomado medidas con una determinación que serían muy difíciles de tomar en otros países y eso se reconoce.
¿Es mejor que hace un año la imagen de la marca España en los medios franceses?
Sí, ahora es mejor, aunque todavía tenemos momentos difíciles. En Francia lo que ocurre es que hay una enorme volatilidad de la imagen de España. Pasa de ser muy positiva a ser muy negativa por esa proximidad entre los dos países. El ejemplo más reciente y más significativo es lo que ocurrió con el expresidente Nicolás Sarkozy. Era muy amigo de Zapatero y mantenían unos lazos muy estrechos aunque políticamente no tuvieran nada que ver, hasta el momento que Sarkozy comenzó a hablar de España como el ejemplo que no había que seguir para Francia. Puso al país en el mismo paquete que a Grecia. Eso destrozó la amistad entre ambos y la proximidad entre los dos Estados. Creo que lo hizo porque para Francia, para su electorado, lo que pueda pasar en Grecia no es tan grave, lo que pasa en España sí.
¿Y qué ocurre con los deportes? Su periódico no es ajeno a las polémicas en torno a deportistas españoles como Alberto Contador, Rafa Nadal o incluso la selección de futbol…
El tema del dopaje no es únicamente sobre España. Creo que toca a todos los deportes y en la prensa francesa también es así. Cuando se habló de los ciclistas españoles y el dopaje, se le dio mucha importancia, pero es un tema del que se habla en todo el mundo. Por otro lado, hay una identificación bastante grande con los deportistas españoles –al margen del tema del dopaje–. En el caso del fútbol y de Nadal sí creo que hay una gran simpatía por los deportistas españoles.
En España se vive una época de desmantelamiento y desaparición de muchos medios de comunicación. ¿Cómo se sobrelleva la crisis de la prensa en su país?
La prensa en general está atravesando una crisis muy grave, en el sentido de que hay que adaptarse a una situación totalmente nueva, con cambios de comportamiento de los lectores, que ya no compran periódicos tal como lo hacían antes. El modelo económico que era vigente hasta hace poco ya no lo es. Todos tenemos que adaptarnos. Algunos medios tuvieron una política más conservadora, y otros compraron empresas y acumularon deuda, pero todos estamos en el mismo barco. Es un problema estructural, como el que han sufrido otras industrias en determinados momentos de la historia.
¿De qué forma lo rentabilizan en Le Figaro?
Invirtiendo mucho en internet y en audiovisuales. Tenemos que crear un modelo de web que sea rentable, con ingresos de publicidad y llegaremos a un punto en que los internautas paguen. Creo que los lectores estarán dispuestos a pagar si se les ofrece algo que merezca la pena. Pero todavía no se ha encontrado la fórmula mágica para que sea así.
Una pregunta recurrente para aquellos que trabajan en prensa escrita: ¿desaparecerá el periódico en papel?
Hace unos meses o un año hubiera dicho que no, que siempre seguirá el papel, pero estoy cada vez menos seguro de ello. Tal como lo conocemos nosotros no le auguro un futuro. Creo que, si subsisten, los periódicos serán mucho más analíticos que los que conocemos ahora.