Simone Ecker (Grieskirchen, Austria, 1982) es bioinformática y está empezando su tesis doctoral en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) gracias a una beca de la Fundación La Caixa. Acaba de ser premiada en su tierra natal, Austria y, pesar de las ofertas que le llegan desde allí, por el momento prefiere trabajar en España para estudiar la epigenética y su relación con el cáncer.
¿La información genética es la mejor arma para luchar contra el cáncer?
La epigenética [que estudia los cambios que sufre la expresión de los genes sin que haya variaciones en la secuencia del ADN], se está volviendo muy importante, ya que la modificación del epigenoma contribuye al desarrollo del cáncer. En el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) analizamos las modificaciones normales que ocurren con la edad y cómo se relacionan con el cáncer.
Lo que sí se conoce es la relación entre envejecimiento y cáncer. ¿Cree que se conseguirá reducir las consecuencias negativas del paso del tiempo?
Creo que es imposible dar una respuesta a esta pregunta ahora mismo. Cuanto más envejezcas, más riesgo de desarrollar cáncer tendrás debido a los cambios que tienen lugar en tu cuerpo, pero no solo los epigenómicos. Estamos optimizando los tratamientos, de hecho ahora vivimos más que hace años. No sabemos lo que nos traerá el futuro, pero trabajamos para mejorarlo. Soy optimista, soy investigadora, ¡debo serlo!
Acaba de recibir un galardón en Austria que premia su labor investigadora. ¿Qué supone para su carrera?
Estoy muy contenta por haber ganado el premio de la Sociedad Austriaca de Ingeniería Biomédica (ÖGBMT) al mejor proyecto de tesis por mi trabajo relacionado con la respuesta transcripcional de las células de la leucemia linfoblástica aguda T y su aplicación en el tratamiento de la enfermedad. Además, cuántas más personas conozcan tu investigación, mucho mejor. Esto facilita que más expertos se interesen en colaborar contigo, o que te inviten a investigar con sus propios grupos.
Supongo que ahora debe de recibir muchas propuestas interesantes para volver a trabajar en su país.
Sí. Desde el principio, la gente con la que investigaba me pedía que me quedase a trabajar allí. Pero, aunque me gustaban mucho los proyectos, cuando tuve la oferta del CNIO me propuse aprovecharla. Desde que me decidí por mis estudios de informática biomédica, mi destino siempre fue la investigación del cáncer. Y dentro de esta disciplina, el grupo más especializado está aquí, a cargo de Alfonso Valencia, que es el experto en bioinformática y el director de mi tesis. Todo ello hacía esta oferta difícil de rechazar. ¡Hubiera sido estúpida de no aceptarlo!
¿Considera que la movilidad es un ingrediente inherente a la carrera investigadora?
Para los científicos es muy importante cambiar de lugar de trabajo de vez en cuando. En tu carrera no puedes estar siempre en el mismo sitio, tienes que ver diferentes enfoques. Una de las cosas que más me gustan de la bioinformática es que se trata de una labor interdisciplinar. Hay estadísticos, biólogos, médicos, informáticos, y todos tenemos que colaborar juntos. En ciencia lo importante es ir al mejor sitio para aquello que quieras hacer, no importa dónde esté. Y me gusta mucho este país, no fue una decisión difícil de tomar, aunque ahora haya problemas aquí debido a la situación actual.
¿Cuáles son sus proyectos para el futuro?
Me quedan tres años de beca todavía para acabar mi tesis y, desde luego, me quiero quedar aquí para terminar mi doctorado, tenemos proyectos prometedores. Si la situación en España no va a peor, si hay posibilidades, me gustaría quedarme más todavía. Me encanta mi trabajo y la vida aquí. Después dependerá de las alternativas. Hay que trabajar duro, pero también necesitas un poco de suerte.
Desde su punto de vista, ¿cómo se podría mejorar la situación de la ciencia española?
Para que pueda mejorar debemos continuar con lo que estamos haciendo ahora mismo: investigar, publicar artículos en buenas revistas y avanzar. Hay muchos investigadores en el país que sufren recortes en sus fondos y empiezan a tener miedo. Y claro, los primeros que se van son siempre los mejores, ya que tienen más oportunidades. Para mantenernos donde estamos y mejorar necesitamos a los mejores. Si no te preocupas por los buenos científicos y se marchan, habrá un problema pronto. Y se ha conseguido mucho en España.