Manuel Franco, investigador principal del proyecto Heart Healthy Hoods

“Debemos organizarnos como sociedad para mejorar nuestra alimentación”

Manuel Franco está decidido a mejorar la salud urbana implicando a los ciudadanos. El epidemiólogo ha demostrado que la propia ciudadanía puede diseñar recomendaciones de políticas públicas junto con los investigadores y los ayuntamientos. El acceso a una dieta barata y sana, la cercanía de parques donde hacer ejercicio y un transporte activo nos puede cambiar la vida.

Manuel Franco
En la imagen, el investigador Manuel Franco. / Olmo Calvo | SINC

El equipo de Manuel Franco, profesor de Epidemiología la Universidad de Alcalá en Madrid y la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins (EE UU), analiza qué características de las ciudades son más o menos sanas y qué se podría hacer para optimizar la salud en las urbes.

Su proyecto Heart Healthy Hoods ha sido financiado por el Consejo Europeo de Investigación para estudiar cómo las características urbanas se relacionan con las enfermedades crónicas.

En estos trabajos, principalmente cuantitativos, han aplicado la metodología participativa de ciencia ciudadana Photovoice. La idea principal es que no sean solo los investigadores, sino también los ciudadanos, los que aporten información que ayude a decidir cuáles son las intervenciones más interesantes para mejorar las ciudades.

El primer Photovoice del equipo de Franco se realizó en Villaverde –distrito del sur de Madrid, con niveles socioeconómicos bajos–. Luego han continuado estudiando cómo la ciudad se relaciona con la actividad física en Chamberí –distrito del centro de Madrid, con un universo socioeconómico alto–.

¿Cuáles son las diferencias con respecto al entorno urbano y actividad física entre ambos distritos?

Es muy interesante que en ambos distritos se destacara la falta de parques para poder utilizarlos como lugar de actividad física. Mientras el problema en Chamberí es que hay muy poquitos, en Villaverde no es que haya pocos, sino que están en mal estado.

“Contar con la ciudadanía para mejorar la salud urbana te da información que sin su ayuda desconocerías”

Otro de los factores que se analizaron fue la utilización de los recursos públicos de los centros deportivos. En Chamberí el problema es que el centro está abarrotado, hay una lista de espera enorme y es relativamente caro; y en Villaverde los precios son muy altos y las familias no siempre pueden asumirlo.

Contar con la ciudadanía es muy interesante desde el punto de vista de la salud urbana porque te da información que sin su ayuda desconocerías.

¿La traslación de los resultados a las políticas es más cercana?

Nosotros estudiamos cómo está construida y quién vive en la ciudad, qué recursos hay y cuáles son las normas y los comportamientos con respecto a la salud cardiovascular. Y son los propios vecinos los que nos cuentan.

Al ser un proceso participativo en el que los ciudadanos colaboran con nosotros, hay veces que nunca termina porque siempre aparecen ideas nuevas. Y se llega incluso a un procedimiento muy interesante –que publicamos el año pasado con el proyecto de Villaverde– en el que la ciudadanía diseña recomendaciones de políticas públicas junto con los investigadores y los políticos locales.

La colaboración entre sociedad, investigadores y técnicos y decisores políticos es clave para mejorar la salud de la población y reducir las desigualdades, tal y como publicamos con colegas de Barcelona y Asturias para el Informe 2018 de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria.

¿Cómo las pequeñas acciones en la ciudad pueden cambiar la salud de las personas?

El tema de la salud urbana se está trabajando cada vez más en todo el mundo. Nosotros estamos sacando muchos datos sobre alimentación, actividad física, alcohol y tabaquismo.

Hay evidencia muy interesante de otros países que muestra cómo el modo en el que te transportas (el llamado transporte activo) se relaciona directamente con el peso corporal y con el riesgo de enfermedades crónicas.

En el estudio HeartHealthyHoods (HHH) en Madrid acabamos de publicar un artículo sobre cómo el dinamismo de los barrios en términos sociales y demográficos afecta al riesgo de diabetes. La diabetes hoy en día es una de las enfermedades metabólicas más importantes, además aumenta el riesgo de tener otras patologías asociadas (renales o cardiovasculares).

Por tanto, estudiar la diabetes en las ciudades es muy importante por lo que supone para las personas afectadas, por la dificultad de controlarla, y para nuestro sistema de salud.

¿Y la importancia de regular los hábitos de alimentación?

En 2013 publiqué un artículo en el British Medical Journal, realizado en Cuba, sobre cómo reducir cinco kilos el peso en toda la población podría disminuir un tercio la mortalidad por enfermedad coronaria.

“La propia sociedad puede llevar a cabo regulaciones para hacer más asequibles y accesibles los alimentos sanos”

Este trabajo analizó la relación entre los cambios de peso y la enfermedad coronaria, el ictus y la diabetes en los ciudadanos cubanos durante los últimos 30 años y reveló que las intervenciones poblacionales pueden ser muy eficaces a la hora de prevenir las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.

Esto nos enseña, por una parte, cómo la sociedad puede llevar a cabo regulaciones para hacer más asequibles y accesibles los alimentos sanos y menos los no sanos. Si alguien compra todos los días fruta y verdura, cocina en casa y sigue una dieta mediterránea, es mucho más barato que si se dedica a comprar guarrerías fuera.

Pero no todas las personas tienen la capacidad de cocinar o saben lo que es una dieta mediterránea. Eso es todavía muy complejo pero es dónde tenemos que llegar; cada vez hay más agentes implicados y más interés científico en ello.

Además, está el conseguir aumentar la actividad física. Y esto tiene que ver directamente con el transporte, los parques, las calles y con la disponibilidad de lugares para caminar, correr, montar en bici...

¿La clave está entonces en cómo gastamos la energía?

Estas cosas son esenciales para la salud de la población, sobre todo en centros urbanos. Y tiene que ver con lo que publicamos sobre Cuba. De 1991 a 1995, el país sufrió una terrible crisis económica. Así, los cubanos pasaron a depender de sí mismos para desplazarse, por la práctica anulación de los medios de transporte públicos y privados.

El mismo tiempo y de manera paulatina y sostenida se redujo considerablemente la ingesta calórica per cápita (de 3.000 calorías diarias a 2.200). Como consecuencia, se produjo una pérdida de peso generalizada.

Lo excepcional del trabajo es la comparación con los años posteriores, cuando la crisis terminó y los cubanos volvieron a ganar peso. En esos años (entre 1995 y 2010), la población aumentó su peso en una media de nueve kilos y la prevalencia de diabetes se disparó desde 1997. Fue un efecto rebote. La ganancia de peso se relacionó con un incremento de la mortalidad por enfermedad coronaria.

Manuel Franco explica la importancia de hacer más asequibles y accesibles los alimentos sanos. / SINC

Al final es un tema de educación, ¿no?

No tenemos que llegar a un bloqueo ni a una crisis económica para lograr mejoras. Lo que debemos hacer es organizarnos mejor como sociedad para optimizar nuestra alimentación y actividad física.

Se ha hablado mucho de cómo en epidemiología se ha progresado mucho con el tabaco desde los 60, cuando se empezó a identificar como una causa individual y clarísima de cáncer de pulmón primero, y luego de enfermedades cardiovasculares y de muchos otros cánceres. La diferencia con el tabaco es que no podemos vivir sin alimentarnos. Por tanto, es mucho más difícil todo este tipo de regulaciones.

“Alrededor de colegios y parques, en Madrid se congregan un montón de establecimientos donde la comida basura es muy accesible”

¿Cómo se encuentra España en la disponibilidad de los alimentos más saludables y en la promoción de la actividad física?

Todavía no estamos muy avanzados y es un factor fundamental. Por ejemplo, sabemos que, igual que en el tabaco, la mejor manera de regular el consumo de algo es su precio. Ya hay evidencia de cuál ha sido el efecto de la subida de impuestos sobre las bebidas azucaradas en un país tan importante y tan grande como México, que era un gran consumidor y tenía índices altos de diabetes y obesidad.

Allí se ha demostrado que subiendo los impuestos a las bebidas azucaradas disminuye su consumo, especialmente en las poblaciones más vulnerables (como la más joven, que suele tener más limitaciones económicas). Esto tiene un impacto muy grande en salud pública.

¿Hay ya medidas en marcha para regular lo que se come?

Londres está empezando a regular en las zonas próximas a colegios e institutos qué tipo de establecimientos se pueden abrir. Ahora no puede haber establecimientos de comida basura en aproximadamente media milla (unos 800 metros). Esto no lo hacemos en España y la situación en Madrid es muy clara. Alrededor de los colegios y los parques se congregan un montón de establecimientos donde este tipo de comida está disponible y es muy accesible.

Las ciudades también pueden regular lo que se consume no solo dentro de los colegios, sino también de los lugares de trabajo. En los grandes edificios mucha gente come lo que hay en las máquinas de vending. Pero, ¿por qué siempre tienen que ser de metralla? Ahora mismo ya hay algunas saludables. Y se podría regular que hubiera un porcentaje de comida saludable obligatorio, o incluso el 100%. No me cabe la menor duda de que este es el camino.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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