Desde el nacimiento, millones de bacterias empiezan a colonizar nuestro intestino. Desempeñan un papel fundamental para mantener la salud física pero, además, podrían tener mucho que decir en la personalidad. Modifican el estado emocional, influyen sobre la memoria, el estado de ansiedad e incluso serían clave a la hora de elegir compañía sexual, como apuntan estudios con animales. Sin ellas no seríamos quien somos.
En el Museo del Prado hay narices y barbillas que revelan las intimidades genéticas de los Austria. Hay personajes distorsionados que sugieren problemas visuales del pintor, emperadores enfermos que desvelan una dieta poco saludable y batallas navales que recuerdan a los galeotes con escorbuto. Son algunas de las historias que se ocultan tras los lienzos del museo y que hemos sacado a la luz con la ayuda de dos científicas.
Las vacaciones están para relajarse y también para permitir que el cerebro dé a luz grandes ideas. Dejar que la mente vague a sus anchas favorece que de pronto aparezca la solución a esas preocupaciones que nos llevan consumiendo durante meses en la mesa de trabajo. Es el momento eureka. Nace en las neuronas situadas sobre la oreja derecha y llega sin avisar, pero existe.