La decisión de asignar fondos para la conservación de especies implica complejas relaciones entre la preocupación social, la información científica y los intereses políticos. Por un lado, las políticas de conservación de especies deben basarse y estar justificadas con la información científica existente. Por otro lado, dichas políticas deben estar consensuadas socialmente. Sin embargo, las preferencias sociales de preservación de especies no siempre responden a las necesidades de conservación.