El científico Santiago Grisolía, reconocido por sus estudios sobre el ciclo de la urea y como promotor de los premios de investigación Rei Jaume I, ha fallecido este jueves en Valencia a los 99 años. Este discípulo del nobel Severo Ochoa también fue el impulsor de la primera Conferencia Internacional sobre el Genoma Humano.
Los módulos que las grandes agencias espaciales tienen previsto levantar en la Luna podrían incorporar un elemento aportado por los propios colonizadores humanos: la urea de su pis. Investigadores europeos han comprobado que se podría utilizar como plastificante en el hormigón de las estructuras.
Conocidas como hormigas del azúcar en Australia, estos insectos, protagonistas del #Cienciaalobestia, prefieren en realidad la orina seca de los canguros y otros animales que encuentran en la arena. Un estudio muestra cómo durante la noche extraen moléculas de nitrógeno de la urea, evitando la formación del perjudicial gas de efecto invernadero, el óxido nitroso.
La urea es una sustancia común en la industria química y representa una alternativa de bajo coste al uso de metales nobles en catalizadores. Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona la han usado para producir capas híbridas orgánicas-inorgánicas con grafeno para la remediación ambiental, como en el caso de la fotodegradación de antibióticos en aguas residuales. La composición y los enlaces químicos de las capas enriquecidas con urea se han estudiado en el sincrotrón ALBA.
La Universidad de Barcelona lidera un trabajo que analiza el desarrollo de nuevos transportadores de aniones —iones de carga negativa— a través de membranas lipídicas. El hallazgo, publicado recientemente en Accounts of Chemical Research, establece que una mayor capacidad de transporte también determina un aumento de la actividad anticancerosa.
Investigadores del CSIC han participado en el descubrimiento de un atajo metabólico en arqueas durante el invierno ártico. Este nuevo trabajo sugiere la importancia de preservar los ambientes marinos de las regiones polares, más sensibles a las consecuencias del cambio climático.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid proponen soluciones tecnológicas para reducir las pérdidas de nitrógeno debidas a la fertilización con urea de los suelos de cultivo.
Un estudio de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) concluye que el empleo de fertilizantes orgánicos, como los purines digeridos en los suelos agrícolas mediterráneos reduce las emisiones de CO2 y CH4. Los resultados, que se publican en la revista Plant and Soil, apuntan además que tanto el consumo de CH4 como la respiración de CO2 se ven inhibidos a bajas temperaturas.