Investigadores de China han observado el papel en el autismo de una gama más amplia de microorganismos de nuestro intestino, como arqueas, hongos y virus, más allá de las estudiadas bacterias. El trabajo revela cambios metabólicos específicos e identifica 31 marcadores para el diagnóstico precoz, lo que allana el camino para desarrollar tratamientos personalizados.
Un equipo del Boston College, en EE UU, ha realizado un análisis detallado de neuroimágenes de personas con trastorno del espectro autista utilizando técnicas de aprendizaje automático. Los investigadores han observado que las diferencias de comportamiento entre individuos con este trastorno están relacionadas con variaciones en la estructura del cerebro.
Después de realizar un rastreo genético en diferentes poblaciones internacionales de individuos con autismo, investigadores de las universidades de Jaén y Stanford han detectado un grupo de 66 genes que se expresan tanto en sangre como en cerebro. Según el estudio, la presencia en ambos tejidos sugiere la existencia de una firma biológica detectable en la sangre de personas con Trastorno del Espectro Autista, que puede ayudar en el diagnóstico precoz.