El empleo del ozono como agente desinfectante en el sector vinícola puede llegar a ahorrar más de un 50 por ciento de agua y reducir a la mitad la contaminación orgánica del vertido del lavado de depósitos (procedente de restos secos del mosto o del vino), generada en las frecuentes operaciones de limpieza y desinfección realizadas en las bodegas.