La cubierta vegetal desaparece o se reduce drásticamente después de un incendio forestal. Esto provoca que el suelo quede sin protección frente a la lluvia lo que incrementa el riesgo de erosión del suelo, un problema con frecuencia asociado a los incendios. Dependiendo de las condiciones ambientales y de las propiedades del fuego, es posible que en el suelo se generen mecanismos de hidrofobicidad o repelencia al agua que se mantienen varios años después.