Afloran en grupo y siguen las corrientes, estas gelatinosas criaturas, como la medusa luminiscente, dan cada año más problemas en las zonas de baño del Mediterráneo. A lo largo de este verano, los enjambres de estos animales, protagonistas del #Cienciaalobestia, serán arrastrados a las costas españolas, favorecidos por el cambio climático.
Las observaciones por satélite de la NASA han permitido descubrir la mayor proliferación del mundo de macroalgas, llamadas sargazo, en el océano Atlántico tropical, desde la costa oeste de África hasta el golfo de México. El denominado como Gran Cinturón Atlántico de Sargazo ocurrió el año pasado cuando se detectaron 20 millones de toneladas de algas marrones flotando en la superficie del mar.
Los océanos son víctimas de la contaminación, el calentamiento del agua, y la calcificación de organismos, entre otros, provocados por las actividades humanas. Pero no todos los animales se ven afectados por igual. Pulpos, calamares y sepias se han beneficiado de los cambios: en los últimos 60 años estos cefalópodos han incrementado sus poblaciones.
Un estudio científico describe por primera vez la función de una vía de señalización –en concreto, la vía de los receptores de factores de crecimiento epidérmicos (EGFR)– en la diferenciación del linaje digestivo de las planarias. La vía EGFR, muy conservada evolutivamente, desempeña un papel fundamental a la hora de regular la proliferación y diferenciación celular en muchos organismos (por ejemplo, las células madre neurales de los mamíferos), y está sobreactivada en la mayoría de cánceres humanos.
Científicos españoles han definido una interacción entre proteínas clave para la división de las células. Los resultados podrían ayudar a mejorar las terapias oncológicas dirigidas a bloquear estos procesos de división y, por tanto, limitar la proliferación y expansión de las células tumorales.
La proteína CPBE1 'quita los frenos' a la producción de proteínas asociadas a la transformación tumoral de las células. Así concluye un estudio, publicado hoy en la revista 'Nature', que señala a las CPEB como dianas prometedoras, lo que abre una ventana terapéutica completamente inexplorada hasta el momento. Los autores tienen a punto un sistema de rastreo de compuestos que inhabiliten la acción de dichas proteínas en tumores.
Un paciente recibe tratamiento contra el melanoma.