Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana publican un artículo en el que, mediante simulaciones digitales, analizan el efecto de las extinciones y apariciones de grandes carnívoros de la península ibérica sobre las oportunidades de carroñeo para los homínidos.
Cerca del 50% de los ataques de grandes carnívoros a personas es debido a imprudencias humanas como dejar a los niños sin vigilancia o salir a correr al anochecer. Así lo revela un estudio que ha analizado las circunstancias de 700 ataques documentados de seis especies de carnívoros (oso pardo, oso negro, oso polar, puma, lobo y coyote) desde 1955 en Estados Unidos, Canadá, Suecia, Finlandia, Rusia y España, donde solo se han registrado 10 ataques de osos en la cordillera cantábrica y uno en Pirineos.
Los buceadores conocen bien a las babosas de mar por sus llamativos colores y mágicos movimientos acuáticos. Pero estas aparentemente inofensivas criaturas marinas almacenan en su interior sustancias químicas tóxicas para ahuyentar a sus predadores. Un nuevo estudio demuestra que seleccionan una sola toxina con un compuesto tan potente que, con una mínima cantidad, es capaz de matar a un pequeño crustáceo. Son protagonistas de nuestro #Cienciaalobestia.
El cangrejo rojo (Procambarus clarkii), el lucio europeo (Esox lucius) o el perca sol (Lepomis gibbosus)son algunas de las especies que han sido introducidas en las aguas españolas. Las invasiones biológicas de este tipo provocan una reducción de la abundancia y diversidad de especies acuáticas. Un equipo de científicos españoles ha valorado el impacto de estas especies que afecta sobre todo a los peces, el zooplancton y las plantas acuáticas.
Investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados advierten que prácticas habituales como la alimentación suplementaria, el control de predadores o la erradicación de especies exóticas no son siempre la mejor estrategia para la conservación de especies en peligro.
Un científico de la Universidad de Salamanca y otro de la Universidad de Yale (EEUU) han demostrado que la presencia de depredadores afecta a la conducta de Acanthodactylus beershebensis, una especie de lagartija del desierto de Negev, en Oriente Próximo. Según el estudio, estos reptiles se mueven menos y capturan presas más móviles y diferentes ante la presión de sus predadores.
Lagartija insectívora Acanthodactylus beershebensis en el desierto de Negev (Israel).