No sólo el estilo de vida afecta al funcionamiento del corazón. Algunos factores genéticos pueden predisponer al infarto de miocardio. Por eso, rastrear las conexiones entre el motor y el código de la vida puede contribuir a conocer cómo se desencadena el proceso y actuar sobre él desde la prevención. Con este planteamiento, investigadores españoles han detectado algunas variaciones génicas relacionadas con el infarto temprano.
Isabel Rodríguez García y Pablo Román García, en el laboratorio del Servicio de Metabolismo Óseo y Mineral del HUCA.
A pesar del actual uso diagnóstico de los niveles de proteína C reactiva (CRP) en suero como indicador de futuros problemas cardiovasculares, el estudio del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICCC) de Barcelona demuestra que el efecto protrombótico de la proteína es debido a su forma monomérica, presente en los tejidos. El trabajo pone de manifiesto que la forma circulante de la CRP (natCRP) no tiene efectos sobre el crecimiento del trombo y la activación plaquetar. En cambio, la forma monomérica (mCRP) tiene un efecto protrombótico, provocando no sólo una acumulación de plaquetas, sino también el crecimiento del trombo.
Un equipo de investigadoras del Centro de Investigación Cardiovascular de Barcelona (CSIC-ICCC) ha descubierto un nuevo mecanismo por el que la angiotensina II favorece el desarrollo y la progresión de la arterosclerosis. Por primera vez se ha demostrado que esta hormona induce la sobreexpresión de receptores LRP1 en células vasculares.