Investigadores de la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Bristol han conseguido por primera vez manipular en el aire varias partículas, de forma independiente y en las tres dimensiones, con la única ayuda del sonido. Esta tecnología se podría usar para crear pequeñas estructuras con partículas levitantes, sin necesidad de tocarlas, e incluso para realizar operaciones quirúrgicas sin tener que abrir al paciente.
El Premio Nobel de Física de este año ha recaído en el estadounidense Arthur Ashkin “por sus pinzas ópticas y su aplicación a los sistemas biológicos”, compartido con el francés Gérard Mourou y la canadiense Donna Strickland "por su método para generar pulsos ópticos ultracortos de alta intensidad”. Los láseres que se emplean para corregir la miopía son una de sus múltiples aplicaciones.
La manipulación óptica de nanopartículas tiene múltiples aplicaciones, pero presenta grandes dificultades debido a lo débiles que son las fuerzas ópticas que se pueden ejercer sobre ellas. Ahora investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han demostrado que esas fuerzas se puede aumentar variando la carga superficial de la partícula, y no solo incrementando su volumen, como indican los modelos.
Investigadores de la Universidad Autónoma de la Autónoma han analizado con pinzas ópticas la orientación de partículas nanométricas cilíndricas, denominadas nanorods, cuando son atrapadas. Esta técnica permite atrapar y operar mediante la luz, de manera delicada y precisa, pequeños objetos. Conocer la orientación del objeto atrapado es fundamental para su correcta manipulación y aplicación.
Un equipo del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia ha conseguido, al manipular moléculas individuales de la ADN polimerasa del virus Phi29, cuantificar por primera vez el mecanismo de apertura del ADN utilizado por esta proteína. Publicado en la revista PNAS, este trabajo ayudará a desarrollar nanomotores sintéticos.
Investigadores del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (UAM-CSIC) en colaboración con la Universidad de Berkeley, han conseguido manipular por primera vez moléculas individuales de la ADN polimerasa del virus Phi29, lo que ha proporcionado información muy valiosa sobre el mecanismo de fidelidad encargado de mantener la copia del ADN.