Una nueva herramienta permite analizar cambios en la abundancia de pequeñas especies de pescado azul, como la anchoa europea o la sardina, y mejorar el diseño de las campañas de pesca. El estudio revela que la interacción entre la explotación pesquera y los factores medioambientales condujo al colapso de esta especie en el Golfo de Vizcaya en 2005.
Cuando la anciana Marianne Winkler encontró este año una botella en una playa de la isla de Amrum, en Alemania, poco podía imaginar que el mensaje que llevaba dentro lo habían mandado oceanógrafos británicos hacía casi 110 años. El objetivo de los remitentes era realizar investigaciones pesqueras, y su recompensa por encontrar el mensaje, un chelín, ya ha sido entregada a la descubridora.
Un sistema basado en visión artificial, otro en sistemas de información geográfica y modelos de predicción, y un último método que envía a tierra en tiempo real datos de la actividad pesquera, buscan optimizar la gestión de los descartes en la pesca, un grave problema con efectos socioeconómicos y medioambientales. La UE pretende suprimir estas prácticas a partir de 2014.